45. El extraño diario de Zac

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Jason me observó.

— Sé que no es fácil. Nada es fácil realmente. Menos esto. Pero puedo ayudarte.
— ¿Qué puedes hacer?— dije—, ¿Qué puedo hacer? Lo único que sé ahora es que él se fue. Y que esa idea me agrada.
— ¿En verdad te gusta que él se haya ido?
— Sí— dije—. No quiero verlo.
— ¿Tanto te molestó lo que dijo?
— No es por lo que él dijo. Es por lo que yo le dije. Lo lastimé. Lo herí. Will no se merecía eso pero... sé que si lo veo de nuevo voy a volver a lastimarlo.
— No tiene que ser así.
— Pero así va a ser— dije molesto—, porque no puedo evitar sentir que me traicionó. No puedo perdonarlo. Ya lo intenté. En todos esos días en los que no salí de casa, sólo pensaba en tomar mi teléfono y hablarle. En decirle que estaba equivocado. En disculparme. Y en muchas otras ideas que eran malas pero que estaba dispuesto a aceptar porque lo quería de vuelta.

Lo observé, sentía que me dolía el corazón y me estaba costando no ponerme a llorar.

— No tienes idea— le dije— de lo mucho que lo quiero de vuelta. Probablemente no hay cosa que deseo más en este mundo. Quiero esos días que teníamos antes. Los anhelo más que nada.
— ¿Entonces porqué no fuiste con Will?
— Porque me traicionó. Creí que era mi amigo. Le confíe todo, incluso cosas que jamás le conté a nadie. Puse mi vida en sus manos varias veces. Pensé que no quería nada de mí y... no era así.
— Nunca quiso aprovecharse de ti.
— ¿Cómo puedes saber eso?— pregunté.
— Porque lo sé— dijo—. Lo sé. Siempre lo supe.

Lo observé atentamente, sorprendido.

— ¿Qué?— dije incrédulo.
— Él nunca me lo dijo. No lo necesité. Sólo tuve que observarlo y saberlo.
— ¿Siempre lo supiste?— dije consternado—, ¿Sabías lo que él creía sentir y no me contaste?
— Yo no tenía derecho a decir nada. Y Will no creía sentir nada. Lo sentía en verdad. Pero tú no quieres tomar en serio lo que te dijo.
— Debiste decirme— dije enojado.
— ¿Qué hubieras hecho? ¿Te hubieras alejado de él?
— ¡Claro que sí, no soy idiota!— casi le grité.
— ¡Por supuesto que eres idiota!— dijo—, ¿Sabes porqué no dije nada? ¿Sabes porqué lo sabía aún sin que nadie dijera nada? Porque los ojos de Will lo decían todo. Nadie ha amado tanto como él lo hacía.
— Eso no es cierto. Él pensaba que me amaba pero no era así. Lo he visto engañarse antes de esa forma.
— Yo también— dijo, me observó fijamente—. He visto como es cuando alguien le gusta. Y tal vez él no se explicó bien cuando te lo dijo pero... tú no sólo le gustabas. Él te amaba. Tanto que no puedes imaginarlo.
— ¿Te dijo que me contaras eso?
— No. De hecho había planeado no decirlo. Pero ya lo estoy haciendo— dijo—. Porque no es justo. Para nadie realmente. Entiendo que te sientas defraudado y no te estoy pidiendo que te guste Will. Lo único que me molesta es que te ofendan sus sentimientos. Porque son honestos. Él estaba enamorado de ti. Probablemente lo está aún ahora.

No quería escuchar lo que decía.

— Él me traicionó— dije.
— Lamento que lo veas de esa forma— dijo—. Porque creo que eso no es lo que en verdad sientes. Sólo es un escudo. Te escondes de lo que te asusta. No quieres salir herido. No sé que haya pasado contigo antes de que te conociera pero sé que ahora ya no eres esa persona. Pero quieres hacer lo que el Zac de antes haría. No va a resultar. El Zac de ahora ya no se maneja de esa forma. En algún momento te vas a dar cuenta de lo que realmente querías hacer y va a ser muy tarde.

Respiró profundamente.

— No esperes a que sea tarde— dijo antes de irse.

Lo observé irse.

Me quedé un rato ahí pensando en muchas cosas. En sus palabras y la forma en la que las dijo. Entendí una cosa entonces: él sonaba decepcionado. Jason estaba decepcionado de mí. Él, que generalmente era paciente y trataba de ayudar a todos, se había ido sin arreglar nada. Eso sólo significaba una cosa. Se había dado por vencido conmigo.

Comprendí entonces que acababa de perder a Jason. Él no lo había dicho pero esas últimas palabras sonaban a despedida.

No entendía qué quería que hiciera. Pero él era sabio. Él lo sabía todo. Él siempre tenía razón. Yo lo había contradecido.
No estaba seguro entonces sobre cómo me sentía. Porque seguía creyendo en lo de antes pero también creía en Jason. Todo eso daba vueltas en mi cabeza.

Me senté en el césped. Me quedé así un rato. Hasta que escuché un sonido cerca de mí. Me giré.

— ¿Zac?— dijo Laura.

La observé.

— ¿Dónde están todos?— preguntó.
— Les grité y se fueron— dije.
— ¿Qué? ¿Hicieron algo?
— Yo hice algo— le dije—. Will se fue por mi culpa. Todos lo saben.

Esperé que ella dijera lo mismo que Jimi y Evan. Que no era mi culpa. Pero Laura no dijo nada. La observé atentamente.

— Sí es mi culpa, ¿Cierto?— dije.

Ella no dijo nada.

— Lo sabía— agregué—. Deberías odiarme. Extrañas a Will. De no ser por mí aún estaría por ahí.
— No te odio— dijo—. Nunca podría odiarte. Lo sé porque ya lo intenté.

La observé sorprendido.

— Jason me odia— dije.
— Claro que no— dijo ella—. Jason es demasiado maduro como para perder su tiempo odiando a alguien.
— Pero me odia. ¿Por qué no me odias tú también? Deberías tratar más. Entonces te irías como los demás.
— Tus problemas no son asunto mío— dijo—. Ni los tuyos ni los de Will. Yo no tomaré parte de eso. Los apoyaré a ambos.
— Pero extrañas a Will— dije—. Lo necesitas más de lo que me necesitas a mí. Seguramente te ha contado cosas. Seguramente estás de su lado. Lo sé porque Jason piensa que estoy equivocado. Pero él no sabe cómo me siento.
— Nadie sabe cómo te sientes— dijo ella—. Sólo tú. Porque nunca le cuentas nada a nadie.
— Porque si lo hago probablemente me dolerá cuando me traicionen otra vez— dije—. Will me traicionó. Yo le confíe todo. Incluso a mí mismo. No debí estar cerca de él. Alguien debió decirme que me alejara. Jason debió prevenirme.

La observé.

— Probablemente no sabes de qué te estoy hablando— dije.

Al menos Laura no sabía nada. Al menos aún podía contar con ella.

— Lo sé— dijo de repente.

La observé asombrado.

— ¿Qué sabes?— pregunté angustiado.
— Todo— dijo—. Lo sé.
— ¿Él te lo dijo?
— Ya lo sabía— dijo ella—. No soy ciega. La única forma de que alguien no lo viera era que anduviera por el mundo con los ojos cerrados.
— ¿Qué significa eso?— pregunté.
— Tranquilo, nadie más sabe nada. Sólo yo.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora