Al día siguiente, muy temprano, todo era un caos en casa de Zac.
La banda que contratamos decidió cancelar porque tuvieron un accidente automovilístico. Nada grave, pero no podrían ir a la recepción de la boda. Además, la ancianita tierna que tocaría la marcha nupcial mientras Jill caminaba al altar se enfermó de gripa. Para colmo, alguien le subió al aire acondicionado y las estatuas de hielo con forma de querubines y cisnes empezaban a derretirse.— Mataré a esa anciana— dije mientras estaba en la cocina buscando café. Jason estaba conmigo.
— Tranquila, no es tan malo— me dijo él—. ¿Puedo preguntar algo?Lo observé.
— ¿Porqué vistes ropa deportiva?— dijo.
— Porque esto es como si estuviera corriendo un maratón— dije—. Además, la boda empieza a las 4:00 pm, tengo tiempo para arreglarme. La importante aquí es la novia. Y todo lo demás.
— Jill quería contratar un organizador de bodas pero tú te negaste— dijo él.
— No me arrepiento— dije—. Puedo con esto. Además, hay mucho personal. Y todos hacen lo que les digo. ¡Me siento poderosa! Y cansada.
— ¿Desde qué hora estás aquí?— dijo él.
— Desde ayer. Me dejaron quedarme en la habitación de huéspedes. Necesitaba regar las rosas en la madrugada o no lucirían en el jardín.Uno de los chicos del servicio apareció.
— Disculpe señorita— dijo él—, ¿A dónde dijo que iban las flores amarillas?
— ¿Amarillas?— dije—, ¿Acaso no ves que esta boda sólo tiene una paleta de colores fríos?
— Acaban de llegar flores amarillas.
— ¡Las pedí blancas!— dije enojada—, ¿Acaso nadie aquí puede hacer nada bien?Madie, que iba de entrada, se regresó cuando me vio. El chico del servicio la siguió.
— ¡Vuelve aquí!— le grité.
— Laura, asustas, deja de gritar— me dijo Jason—. Respira profundamente.Lo hice un par de veces.
— ¿Mejor?— preguntó.
— Sí, es efectivo— dije—. Por cierto, te ves bien.
— Mi mamá dijo lo mismo mientras me acomodaba mi corbata— dijo él.
— Pues no lo hizo bien— dije.Me acerqué. La deshice y la volví a acomodar.
— Listo— dije feliz—. El negro es tu color.
— Podría ser también el tuyo— me dijo él.
— No, me gustan los tonos pasteles.
— Excepto en flores— dijo él.
— No me lo recuerdes o me volveré loca. Todo está saliendo mal y no sé porqué. Lo planeé con mucha anticipación y parece que todos se pusieron de acuerdo para arruinarlo hoy.Evan entró.
— ¡Laura, al fin te encuentro!— dijo él—, ¡Adivina, rompí mis pantalones!
Miré a Jason.
— Te creo— admitió.
— Bien, me encargaré de esto— le dije.
— ¿Puedes hacerlo?
— Jason, soy invencible— dije.
— Casi te desmayas de cansancio el otro día— dijo Evan.
— ¡Cállate o arreglarás tus pantalones tú solo!— le dije.Él me miraba angustiado.
Le quité los pantalones de las manos. Salí de la cocina. Las demás personas del servicio estaban ahí.— ¿Alguien de aquí sabe coser?— pregunté.
Una chica levantó la mano.
— Bien, tú coserás estos pantalones— le dije—. Pero deben quedar muy bien para soportar al menos diez bailes y algún otro incidente que podría pasar.
— De acuerdo— dijo la chica.
— Los demás ayudarán con la recepción— dije—. Y por favor alguien desaparezca esas flores amarillas de mi vista.
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Problemas de Pasillo
RomanceZac se siente traicionado. Jimi descubre que en realidad no sabe nada sobre Evan. Evan intenta impedir que su pasado no afecte su relación con Jimi. Laura se da cuenta de que no puede ignorar esos nuevos sentimientos. Will decide seguir adelante...