104. El diario de Jimi

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Mamá no me cuestionó sobre el porqué mis amigos, una profesora de la escuela y mi médico estaban ahí pero seguramente quería hacerlo. Salimos de mi casa sin decir mucho. Ella no debía sospechar nada sobre la realidad.

Entonces, cuando todos subieron a los autos, observé que al final de la calle alguien se aproximaba. Reconocería esa silueta en cualquier lado y una parte de mí sintió miedo. Pero ya podía mantener la calma perfectamente.

— Díganme que no es cierto— dijo Laura mientras observaba cómo Derek se acercaba—. Díganme que es un espejismo.
— No, en verdad es él— dijo Jason.
— ¿Qué hace aquí?— dijo Evan—, ¿Cómo se atreve a venir aquí?
— Quédense aquí, en los autos— dije—. Hablaré con él.
— No voy a dejarte a solas con él— dijo Evan.
— Estaré bien, ustedes me estarán viendo desde aquí— dije.
— No tienes porqué decir nada— me dijo Laura—, no ahora si no quieres. Pareces nervioso.
— Lo estoy— dije—. Pero no tengo miedo. Confíen en mí. Quédense aquí, todo saldrá bien.

Will no dijo nada. Jason tampoco. Laura parecía preocupada. Evan estaba molesto. En el otro auto, George y la profesora estaban muy confundidos seguramente.

— Confíen en mí— dije.
— Te cuidaremos desde aquí— dijo Jason.
— Pero si algo sale mal usaré el bate de George— dijo Evan.
— No hagas eso— dije.
— Tranquilo— dijo Laura—. Te cuidaremos y veremos que Evan no haga nada tonto. Todo estará bien.

Salí del auto. Ellos se quedaron ahí tal y como prometieron. Derek llegó a mi casa. Lo observé nervioso. Lo que había pasado no dejaba de dar vueltas en mi cabeza.

Lo observé. Se veía mal. Lucía muy diferente.

— Jimi— dijo en un suspiro.

Trató de acercarse un poco a mí pero retrocedí.

— No te acerques— le dije—. O Evan saldrá de ese auto con un bate.

Miró el auto.

— Él lo sabe— dijo.
— Todos lo saben— dije—. Mis amigos lo saben.

Se quedó en silencio unos segundos.

— Jimi, yo... no quería...
— Eso no fue lo que me pareció— lo interrumpí, me sentía muy mal, sentía un coraje terrible.
— Por favor, deja que te explique— dijo notablemente afectado—. Yo no quería lastimarte. Es sólo que...
— No importa qué digas, no voy a creerte— dije—. No sé si alguna vez me dijiste algo verdadero.
— No, yo no quería engañarte— dijo afligido—, yo sólo... quería que tú... quería que fueras feliz.

Me sentía enojado. Muy enojado.

— Zac me encontró en la calle— dije—. No, no me sentía feliz en ese momento.
— Deja que te explique...
— No, deja que yo te explique— interrumpí—. Porque parece que no sabes lo que es ser un buen amigo y lo entiendo porque seguramente nunca has sido amigo de nadie. Ojalá nunca nadie vuelva a confiar en ti.
— Jimi, por favor— dijo muy afectado—, por favor no digas eso.

Lo observé. Parecía arrepentido. Pero era muy bueno mintiendo.

— ¿Alguna vez te hice algo malo?— le pregunté.
— No, tú no entiendes— dijo—. Yo no quería lastimarte, sólo que perdí el control por un momento y luego tú empezaste a pelear y...
— ¿Y ahora es mi culpa?— dije.
— ¿Qué? ¡No, deja que te explique!

Trató de tocar mi hombro. La puerta del auto de Will se abrió. Miré hacia ahí asustado. No, no iba a permitir que se crearan más problemas.

— No te acerques a mí— le dije a Derek.

Miré el auto.

— ¡Estoy bien, todo está bien!— grité.

La puerta se cerró. Desde ahí era difícil ver qué estaba pasando pero imaginé que Evan trataba de salir sin éxito porque los demás no lo dejaban.

La situación era estresante. Debía terminar todo rápido. Respiré profundo.

— ¿A qué has venido?— le pregunté.
— A hablar— dijo—. A disculparme. Me siento terrible. En verdad lo siento mucho, no sé qué hacer para que me perdones...
— No te creo nada— dije—. No sé si es cierto porque honestamente no te conozco. Creía que sí pero... al final no. Cuando me advirtieron de ti me negué a aceptarlo. Hasta te defendí. Me siento tan estúpido y ridículo ahora.
— Jimi, deja que te explique...
— ¿Qué cosa?— dije enojado—, ¿Qué más falta por decir que no hayas dicho ayer? ¿Qué otra cosa más quieres de mí?

Ya no podía aguantar mis ganas de llorar.

— ¡En verdad quería ser tu amigo y creí que tú también!— dije en medio de sollozos—, ¡Siempre fui sincero contigo, hasta te contaba cosas que no le decía a nadie más y tú... simplemente me traicionaste como si yo no valiera nada!
— ¡Jimi, te juro que no fue así!— dijo afligido.
— ¿Entonces qué fue?— dije—, ¿Qué parte de todo eso me perdí porque no sé cómo sentirme ahora?
— Jimi, yo en verdad te quiero...
— ¡No te atrevas a decir que me quieres porque ni siquiera sabes lo que es eso!— dije, me sentía terriblemente triste—, ¡Cuando amas a alguien tratas de protegerlo, no de herirlo!
— ¿Qué hay con todas las veces en las que Evan te lastimó?— dijo.
— ¡Ni se te ocurra meter a Evan a esto!— dije enojado—, ¡Él nunca me lastimaría, no al propósito! ¡Nunca se aprovecharía de una situación para beneficiarse!

Lo observé. Me limpié la cara con la manga de mi abrigo.

— Deja que te explique— dijo.
— No quiero escuchar nada— dije—. Y tú no quieres escuchar nada de mí. Si ayer no lo hiciste cuando te dije cómo me sentía, menos lo harás ahora.
— No, te equivocas— dijo muy serio—. Tú eres lo más importante para mí. Sé que te herí y no quería hacerlo. Cuando entendí qué estaba pasando ya era muy tarde porque tú sólo gritabas y tratabas de huir y... ya no se podía hacer nada. No importaba que dijera o hiciera, tú ya me odiabas. Lo que es verdad.
— Eso es cierto— dije—. En verdad te odiaba.

Me miró sorprendido.

— Pero ya no— dije—. En realidad no siento nada. Quizá un poco de lástima. ¿Ves a esas personas que están dentro de ese auto?— las señalé—. Son mis amigos. Pudiste estar entre ellas. Pero lo arruinaste todo.

Parecía en verdad avergonzado.

— Estaba por ir a buscarte— dije,  él parecía sorprendido—, hay algo que quiero preguntarte antes de decir adiós.
— ¿Adiós?— preguntó.
— Quizá no lo notaste pero esta es la despedida.

Me dolió decir eso. Eran demasiadas cosas las que habían pasado que sentía una presión enorme en mi pecho sólo con verlo.

— Siempre has sabido mis sentimientos por Evan— dije—. Nunca los escondí. Nunca sospeché los tuyos. Así que no entiendo porqué aún después de todo, cuando yo te contaba lo que me preocupaba, tú me apoyabas con eso. ¿Era una mentira también? ¿Era una estrategia para salirte con la tuya?

Me observó.

— No— dijo—. En verdad quería ayudarte. Quería que fueras feliz.
— Demasiado tarde— dije.

Nos miramos. Creía hasta ese momento que tenía muchas cosas por decirle pero me había equivocado. Lo tenía enfrente de mí y ya no deseaba decir nada más. Lo entendí por fin: no importaba qué se pudiera decir, ya nada resultaría. Sólo quedaba decir adiós.

— Jimi— dijo—, deja que yo...
— Siempre creí que todo se puede solucionar hablando— dije—. Pero quizá existan cosas que estén destinadas al fracaso. Esto es una de esas cosas.
— ¿Esto?— preguntó.
— Está conversación— dije.
— No, Jimi, por favor— dijo.

Lo miré.

— No voy a perdonarte— dije—. No podría. Tampoco voy a acusarte con nadie. En realidad quiero olvidar todo esto. Quiero que sea como si nunca hubieras llegado a mi vida. Sé que en poco tiempo será así.
— Escucha lo que tengo que decir— dijo—. Al menos eso...
— Adiós— dije.

Me giré hasta los autos. Me acerqué al de Will. Abrí la puerta. Todos me observaron en silencio.

— ¿Podríamos ir a alguna parte?— pregunté.
— Claro— dijo Will—. ¿A dónde?
— No importa— dije—. Sólo quiero irme de aquí.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora