173. El extraño diario de Zac (y el amor)

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No supe qué decirle a Jason. Sólo lo observé sin moverme.

— No sé qué te ha pasado a lo largo de tu vida, pero estoy seguro de que existe algo que hace que no puedas ver cómo te sientes— dijo—. No sé qué sea pero sí sé cómo puedes solucionarlo: perdónalo. Perdona a las otras personas y a ti mismo. Entonces podrás avanzar. Entonces podrás encontrar respuestas. Verás que la vida es más simple y que la felicidad... siempre ha estado frente a ti. Sólo tienes que ir a ella.

Me sonrió. Se levantó.

— ¿A dónde vas?— le pregunté.
— A buscar a los demás— dijo.
— ¿Debería ir contigo?
— No es necesario. Deberías pasar más tiempo contigo mismo— me dijo—. Podrías descubrir cosas.

Se fue. Me quedé ahí. Miré el cielo azul totalmente despejado. Recordé que Lucille me había dicho que si pasaba demasiado tiempo mirando para abajo me podría perder de cielos como ese. Me sentí mal por la forma en la que quedaron las cosas entre nosotros.

Me quedé ahí un rato. No pensé en nada, sólo respiré el aire frío y miré el cielo. Vendrían semanas difíciles.

— ¿Podré ser feliz algún día?— dije para mí mismo.

Suspiré. Jason había dicho que la felicidad estaba ahí. ¿Se refería a Will? Porque ciertamente era feliz cuando estábamos juntos pero... solía pensar que la felicidad absoluta y verdadera era aquella en donde te daban ganas de llorar porque todo era irreal... quizá ese tipo de cosas no existían. No era como si yo la hubiera sentido antes.

Regresé a mi salón de clases. Evan se veía feliz.

— ¿Qué pasó con Jimi?— pregunté.
— Dejó de quejarse— dijo él feliz.
— ¿Por qué?— dije.
— Porque lo besé. Así que no pudo decir nada— dijo él.
— A Laura casi le da un ataque— dijo Jason que apareció de repente.
— ¿Nadie pudo verlos?— pregunté.
— No, estábamos solos— dijo Evan.
— Porque no necesitamos más rumores de pasillo rondando por ahí— dije.
— Sí, todos aún no superan a cuando Alex vino a gritarte cosas el otro día— me dijo Evan.
— Pensé que desmetirías eso— me dijo Jason.
— No, de hecho ese rumor me agrada— dije—. Me hace parecer malo. Me tienen más respeto por eso.
— No es respeto, es miedo— dijo Jason.
— Igual me funciona. Además, tengo mejores cosas en qué ocuparme— dije.

Lucille llegó. Ni siquiera me miró. Dio su clase. Yo me sentía terrible. ¿Cómo llegamos a eso? Pero más importante, ¿Cómo salimos de ahí?

Al final de su clase se fue. La observé. Me quedé un rato pensando en qué debía hacer. Hasta que lo decidí.

— ¿Qué clase sigue?— pregunté.
— Creo que cálculo— dijo Evan.
— El profesor me adora, puedo saltarme la clase— dije.
— ¿Tú harás eso?— dijo él.
— Sí, debo resolver algo.
— Pero eres presidente del consejo, no deberías saltarte nada— dijo él.
— Nunca lo sabrán— dije—. Y si lo dices secuestraré a Jimi.
— Pero adoras a Jimi.
— Por eso— dije.

Salí de ahí. Evan se quedó asustado. Recorrí pasillos. Me encontré con gente. Traté de fingir confianza aunque por dentro sentía que quería morir. Hasta que entré en la enfermería. No había nadie. Así que decidí esperar. No me importaba el tiempo. Debía solucionar las cosas.
Me acosté en la cama que había ahí. Y observé la lámpara mientras los minutos pasaban.

Pensé un poco. Jason creía que me gustaba Will. Parecía absurdo porque tendría que ser un completo tonto como para no saberlo yo principalmente.
Simplemente era imposible. Mi antiguo yo hubiera descartado la idea mientras odiaba a todos por sugerir algo tan alocado... sin embargo el nuevo yo quería considerarlo. No me molestaba. Me había asustado un poco cuando Jason lo dijo porque no sabía qué hacer con esa información pero en ese instante sólo podía pensar en porqué creían todos que me gustaba Will.

Porque hablar de gustar era hablar de amor.

Y yo creía que jamás podría amar a nadie.
Ese era el plan. Todo iba bien. Creía que estaba haciendo eso bien pero... de repente todos creían que me gustaba alguien. Jason, Laura y Lucille.
También Will.
Bueno, él debía creerlo porque me dijo lo que sentía después de todo.

Ese era mi principal problema. Si él no hubiera creído que me gustaba, jamás me hubiera dicho nada.
Pero... ¿En qué momento le di a entender que tenía sentimientos por él? ¿En qué momento todos se dieron cuenta menos yo? Porque honestamente no podía verlo. No sabía en qué momento o qué cosa hice que provocó que todos pensaran así. Era frustrante porque... si lo supiera quizá sabría qué pensar.

Lucille apareció. Me observó.

— ¿Te ocurre algo?— dijo asustada.
— Sí— dije—. Soy presidente del consejo estudiantil y tengo el trofeo de un certamen nacional en mi habitación pero resulta que soy un tonto. Así que me gustaría que me ayudaras con eso.

Ella parecía sorprendida.

— ¿Ayudarte?— preguntó.
— Sí. Aunque antes me gustaría que me perdonaras.
— ¿Por qué? No has hecho nada malo— dijo ella.
— Se siente como si lo hubiera hecho— dije—. Porque me has ignorado todo este tiempo.

Ella pasó de estar sorprendida a verse completamente afligida.

— ¡Cariño, no quiero ignorarte!— dijo casi llorando—, ¡Pero no quiero verte triste porque siento que te mereces mucha felicidad!
— ¡Pues ignorarme no me hace menos triste!— dije enojado.

Me abrazó. Eso se sintió bien. La abracé yo tambien.
Nos separamos después de unos segundos. Ella se limpió la cara con un pañuelo. La observé. Me sentía nervioso por lo que iba a decir pero quería ser honesto.

— Jason me dijo que piensa que Will podría gustarme— le dije—. Y tú también lo piensas. Me gustaría que me contaras porqué.

Ella parecía totalmente impactada por lo que dije.

— ¿Estoy soñando?— dijo ella asustada.
— No— dije.
— ¿Entonces porqué acabas de decir eso mientras luces completamente tranquilo?— dijo sorprendida.
— Estoy tranquilo— dije.
— ¿Por qué?— dijo ella—, ¿Por qué no estás negando la idea mientras odias a Jason y sales huyendo?

Lo pensé un poco.

— Jason es mi amigo— dije—. Nunca me diría algo con la intensión de herirme. Y si lo hace es porqué quiere ayudarme a mejorar. Al fin lo entiendo ahora.

La observé. Se seguía viendo asombrada.

— ¿Significa que ahora piensas que eso puede ser una posibilidad?— preguntó.
— Eso creo— dije.
— ¿Y no estás asustado?
— Sinceramente estoy muerto de miedo— dije—. Porque pensé que jamás podría amar a nadie y ahora resulta que podría gustarme alguien y no tengo idea de cómo pasó. Es imposible que no me asuste saber que no sé mis propios sentimientos.
— ¿Entonces no sabes qué sientes?
— Es complicado— dije—. Una parte de mí no siente nada y está muy confundida. Pero otra me dice que ustedes son más listos sobre cosas que tienen qué ver con amor y por eso debo escucharlos. Por eso no debo descartar la posibilidad de que tengan razón.
— ¿En serio estás considerando a Will?— dijo estupefacta—, ¿No es una broma? ¿Si entiendes lo que eso implica?

Me quedé sin palabras. Sólo la observé.

— Significaría que piensas que podría gustarte Will— dijo ella—. Sí, ese Will. El que pierde cosas y siempre parece estar en la luna. ¿Si entiendes lo que significa o no lo has pensado siquiera? ¿Sabes lo que es sentir cuando alguien te gusta?

La observé. Negué con la cabeza.

— ¿Nunca te ha gustado nadie?— preguntó.
— No— dije.
— ¿En serio? ¿Llevas 18 años de tu vida sin amar a nadie de modo romántico?
— Eso creo— dije.
— Con razón no sabes lo que sientes. Pero no temas, te ayudaré.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora