132. El extraño diario de Zac (y un abrazo)

111 21 7
                                    

Jill me gritó que volviera al auto pero no lo hice. Seguí caminando por la calle, sin mirar atrás.
Me sentía muy molesto. Papá seguramente estaría muy preocupado por mí cuando realmente nada había pasado. Entonces exageraría y me enviaría al médico otra vez pensando que estaba enfermo...

Me detuve. Suspiré. Quizá si estaba enfermo. Otra clase de enfermedad, probablemente.

Estaba pensando en eso cuando empecé a recordar lo que dijo Alex. En verdad me odiaba. No lo culpaba, él nunca había sido alguien mentalmente estable. Pero definitivamente no era cierto lo que dijo. Yo la pasaba tan mal como Will por eso. Lo que llevó mis pensamientos a él. ¿Qué estaría haciendo?

Había evitado pensar en él en todo ese tiempo. Pero ya no podía evitarlo. No podía dejar de recordarlo como aquella vez en la que lo vi en el hospital. Parecía feliz. Pero todos decían que no lo estaba. Quizá era mejor fingiendo que yo. Cosa que me negaba a creer porque el Will que yo conocía no fingía. No era un mentiroso. Era amable y gentil. Se perdía en las calles y olvidaba sus cosas. Siempre estaba feliz. Me animaba cuando las cosas no estaban bien. Tomaba mi mano cuando me hablaba y... ¿Tomaba mi mano?

Me detuve. Empecé a recordar ciertas cosas.
Efectivamente, Will solía tomar mi mano cuando iba a decirme algo. Entonces yo lo miraba a los ojos como acto instintivo y él me observaba a mí. No recordaba bien de qué hablábamos en momentos así porque solía abrumarme tanto y me perdía en su mirada...

Seguí caminando pero más confundido que antes. No podía dejar de pensar. Es decir, Will tomaba mi mano. O ambas manos y las sujetaba en medio de las suyas. Ningún otro de mis conocidos y amigos hacía eso. Cuando él lo hacía, siempre estábamos solos. ¿Por qué nunca me pareció un gesto raro? Tal vez porque todas esas veces estaba tan consternado que me perdía en los increíblemente hipnóticos ojos de Will... y cuando sujetaba mi mano de esa forma me sentía bien. Me sentía protegido, como si no pudiera pasar nada.
No recordaba de qué hablábamos pero sí recordaba la sensación de estar sólo nosotros dos, juntos en un extremo de la habitación, sin nada más que los ojos de Will mirándome, como si hablaran conmigo... como lo hacía papá cuando miraba a Jill. O Evan cuando observaba a Jimi.

No, imposible. Traté de apartar el pensamiento de mi mente pero... ahí seguía. Llegaban a mí todas esas veces en las que le contaba algo gracioso a Will y él se reía mientras me observaba y sus ojos parecían reír con él. Cuando me abrazó aquella vez en la que descubrí que papá no era mi papá. Fue como si todo acabara en ese momento. Nada podría pasar porque Will ya estaba ahí. Lo curioso era que no necesitaba hacer nada. Él sólo debía estar ahí y todo parecía mejor. Igual me sentía así con Jason pero de manera diferente.

Recordé aquella vez en el campamento, cuando caminamos de la mano mientras buscábamos a los demás. Estaba oscuro y era un lugar desconocido, además estaba con la persona con la peor orientación geográfica del mundo... y no estaba asustado. De hecho era todo lo contrario. Me sentía en paz. Como si todo estuviera bien.

Jill solía decirme que caminar era bueno para la salud. Ya lo creía, me hacía pensar.
Al mismo tiempo, empecé a cuestionarme los sentimientos de Will. Él lo había dicho pero no recordaba lo que dijo. Todo era confuso. Además yo estaba en medio de un crisis psicótica.
Pero me hubiera gustado ponerle más atención.

Recordaba de ese momento sus ojos, que apenas podían sostener sus lágrimas y... mi corazón se sentía como si fuera a explotar. Él había dicho un par de cosas pero... las había olvidado. Lo demás que podía recordar eran cosas malas. Era todo eso que reviví en mi mente, que pensé que ya había pasado.

Tenía la impresión de que lo que dijo Will me había hecho feliz. Al menos por un momento. Pero los otros recuerdos le ganaron a eso. ¿Por qué? Quizá yo en verdad estaba mal.

Otra vez empecé a angustiarme. Así que para no pensar en esas cosas malas que le ganaron a lo que dijo Will antes, decidí tratar de recordar qué dijo. Parecía imposible, sólo podía recordar su cara. Lo que no estaba tan mal porque me gustaba su cara. También la expresión que tenía ese momento... parecía angustiado, emocionado y asustado, pero feliz.

Ese era el Will que conocía. Él nunca me haría daño.

Pero yo sí pude herirlo sin pensarlo. Lo dejé atrás sin cuestionarme si estaba bien. Sólo porque me sentía traicionado. Aún cuando no era grave. Yo había traicionado a Jimi de verdad cuando traté de besar a Evan. Si él hubiera sido como yo, me hubiera abandonado sin dudarlo. Tenía más razones. Pero no lo hizo. Porque los amigos se apoyan en las buenas y en las malas. Se perdonan ese tipo de cosas porque nadie es perfecto.

¿Entonces porqué no pude perdonar a Will?
Porque realmente... no hizo nada malo. Ya ni siquiera recordaba porqué me había sentido tan traicionado. En ese momento mientras caminaba sin rumbo, sólo podía recordar las cosas buenas que pasaron entre nosotros. Sólo podía recordar su cara cuando sonreía, la forma en la que tomaba mis manos y lo increíblemente bien que me sentía a su lado... y sus ojos. Sobre todo eso.

Descubrí en ese instante que amaba la forma en la que me miraba. Entonces la idea de que pudiera verme así porque estaba enamorado de mí ya no me asustaba. Me hacía sentir increíblemente bendecido porque... alguien tan gentil como él por alguna razón había decidido quererme así. Aún cuando yo no lo merecía.

Sentí ganas de llorar. Muchas. Descubrí también que estaba rodeado de personas maravillosas. De gente que me quería. Pero algo siempre andaba mal en mí y nunca veía eso.

Me detuve. Me limpié la cara con las mangas de mi suéter. Miré a mi alrededor. No podía creer en donde estaba. Pensaba que estaba caminando sin rumbo dando vueltas por las calles pero... no. Llegué a la casa de Will. Sin proponérmelo.

Sentí más ganas de llorar. Pero no lo hice. Sólo observé la casa. Estaba vacía.
Tenía dos alternativas en ese momento: ponerme triste porque por mi culpa Will ya no estaba ahí o tratar de resolver las cosas.

Por primera vez en la vida, decidí hacer lo que Jimi haría.

Fui a casa. Jill estaba ahí, sentada en el sofá. Al verme, se acercó con ganas pero luego se detuvo.

— Yo... ¿Estás bien?— preguntó.
— Lo siento— le dije—. No quería decir eso. Ni siquiera lo pienso en verdad. Es sólo que... estaba enojado. Alguien enojado fue a decirme cosas malas y yo te dije cosas malas a ti. Pero no significa que sean verdad. Me gusta que quieras ser mi madre. Me gustaría ser un buen hijo pero... aún estoy aprendiendo a serlo. Lo que trato de decir es que... es un privilegio que papá y tú se preocupen por mí aún cuando no deberían hacerlo.

Ella me abrazó.

— Pero queremos hacerlo— dijo—. Porque te amamos.

Problemas de PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora