XXVIII- Cicatrices

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Varias veces intente hacerlo, pero nunca lo logré. La escuchaba en el silencio, mientras sentía como me rozaba la piel.

Mientras él se iba marchando, y por dentro me dolía. Yo quería que me entienda que supiera que lo amaba todavía.

Pero eran huellas en la oscuridad las que aparecían de a menudo. Yo no las buscaba ellas me ataban y forcejeaban con un nudo.

Mi amor no te afrijas mereces alguien mejor, eres mi segundo de vida en esta pesadilla de dolor.

Te aseguro que me muero por estar con vos, perdóname no me veas como un error.

Te amo y seguiré amándote por siempre, pero debes marcharte, aunque no quiera que lo hagas con lágrimas en los ojos te diré adiós y fingire olvidarte.

No me queda opción, estoy resignada, y siento mucho frío en mi habitación.

Escucho su voz, que se apodera de mi mente y no logro dominarla, me vuelvo ausente ante su presencia.

Me genera dolencia, se vienen recuerdos a mí memoria que me lastiman y quitan fuerzas.

Pierdo la conciencia en una ciencia abstracta que me maltrata y se retracta intentando aconsejarme.

Diciéndome algún día serás bella y los dolores se irán. La sociedad que hoy te odia mañana te amará.
Ya el pasado sera un olvido, un recuerdo perdido.

Tranquila no llores,
lograrás superarlo no es más que un amor extraño. Estás conmigo y nadie te hará daño.

Y yo le creía, pero no era más que un prospecto de realidad que no existía. Me envolvía en su mundo de fantasía y a vos te perdía.

Me miraba en el espejo y la angustia me consumía.

Cicatrices extrañas en mi cuerpo aparecían las lágrimas me empañaban la visión, me hubiera gustado cambiar el destino pero el destino es hoy.

Y a veces las decisiones que tomamos no son las correctas y arrepentida estoy.

Quizás en otra vida nos encontremos amor, quizás te vuelva a besar de nuevo.

Solo te pido que cuando mires las estrellas y me recuerdes. Lo hagas con una sonrisa, bella figura generadora de risas de la cual me enamoré desde el primer momento en que te ví.

-Héctor F. Palavecino


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