chapter five; alone.

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Capítulo cinco.
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ALONE.

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Jaemin frunció el ceño ante el ardor en su brazo. La Señora Huang le había dado algodón y alcohol para limpiar sus heridas, pero tampoco eran gran cosa, solo unos cuantos rasguños.

Se había cambiado la ropa. El sol se había puesto tras los cerros, por lo que optó por vestir su pijama de dos piezas en vez de ropa nueva. En unos minutos debía bajar a cenar con los demás y no pudo evitar preguntarse si Renjun estaría con ellos. No lo volvió a ver desde que entró a la casa, justo después de la conversación incómoda con la Señora Huang, pero sospechaba que la habitación del frente debía ser suya.

Sus hipótesis eran acertadas, porque Renjun se había resguardado en su habitación, vistiéndose con un suéter que le sacaba varias tallas y la parte inferior de su pijama. Esperaba que con esa ropa sus heridas no fueran visibles y no llamara la atención de los demás.

El celular de Renjun vibró en el bolsillo de su pantalón de pijama. Era un mensaje de su madre pidiéndole que bajara.

Debido a que su caída al lago fue un evento desafortunado, tuvo que darse un baño para evitar pescar un resfriado, y de paso, ver su propia ropa arruinada por el barro. Incluso la chaqueta que le prestó el hijo de los Na, Jaemin, terminó viéndose afectada.

Renjun suspiró, agotado por toda esa situación. Desde hace un tiempo que no sufría grandes percances en su vida, como lo había sido esa caída al lago o las nuevas visitas que se alojarían con ellos. Tan solo quería tranquilidad, eso era todo.

Cuando ambos adolescentes salieron al mismo tiempo de sus habitaciones, encontrándose de frente, Jaemin sonrió como un estupido, o eso es lo que pensó Renjun.

Una corriente de nervios recorrió el cuerpo de Jaemin, haciéndole cosquillas en la punta de los dedos. Se movió inquieto y trató de acercarse a Renjun. Sin embargo, el hijo de la Señora Huang huyó apenas intuyó sus intenciones.

Renjun corrió escaleras abajo. Las vibraciones de sus pasos apresurados llamaron la atención de los adultos que se encontraban sirviendo los platos en el comedor. Renjun saludó tímidamente con la mano, justo cuando Jaemin apareció a su lado.

—Hola —Dijo Jaemin, sin saber que otra cosa decir.

Los Na indicaron a su hijo que tomará asiento, quedando su puesto justo frente al de Renjun.

Renjun dudó, pero finalmente suspiró y se resignó. Se sentó en silencio, causando que Jaemin sonriera divertido. Era obvio que a Renjun le molestaba su presencia, pero eso solo aumentaba sus ganas de conocerlo y entender el porqué de muchas cosas.

El ambiente del comedor fue bastante animado. Los adultos se dedicaron a compartir anécdotas y opiniones acerca del trabajo, y una que otra vez los metían a ellos en la conversación. Jaemin solo observó a Renjun fijamente, esperando que expresa algo más que indiferencia en su rostro, pero Renjun parecía ser muy bueno en el arte de ignorar.

En un momento, Jaemin vio como Renjun hacía señas con las manos a su madre, pidiéndole otra taza de té. Jaemin quedó fascinado; jamás había visto el lenguaje de señal hasta ese entonces.

Cuando los adultos terminaron de comer, salieron a pasear por el jardín y los dejaron solos en el comedor. Renjun no cambió su actitud de indiferencia, y siguió tomando su té con tranquilidad. Su madre a menudo salía de casa, dejándolo solo con una empleada en esa inmensidad de lugar.

A veces, Renjun tenía el presentimiento de que esa soledad aterradora y silenciosa acabaría consumiéndolo.

—¿Por qué no apoyas tu brazo en la mesa? —La voz de Jaemin tomó a Renjun por sorpresa, haciendo que se quemara con el té.

Por un momento Renjun había olvidado la existencia del hijo de los Na.

Al escuchar la pregunta, pensó con obviedad: por educación, pero sabía que ese chico raro no se estaba refiriendo a eso. Jaemin seguía las mismas reglas de modales que él. Se estaba refiriendo a la forma en que Renjun evitaba rozar su brazo con cualquier cosa, incluso con el mismo soporte de la silla.

Renjun se encogió de hombros. Quería que Jaemin parara de hacer preguntas.

—¿Es por tus heridas? ¿Te hiciste mucho daño?

Sencillamente para Jaemin era imposible contener las palabras que nacían de su interior. Las personas siempre decían que hablaba mucho o que era muy metiche, pero no podía controlarlo. Si veía algo extraño o mal en otra persona, ¿Por qué debía callarse? ¿Acaso estaba tan mal preocuparse por los demás? Porque las personas siempre se quejaban de que lo hiciera, pero cuando no lo hacía lo acusaban de descortés.

Renjun dejó su té en la mesa con brusquedad. El platillo rechinó por el golpe, y las cejas de Renjun se fruncieron. ¿Por qué ese chico raro era así con él? Renjun ni siquiera estaba siendo amable, no estaba dándole razones para preocuparse por él.

Renjun nunca llamaba la atención. La gente siempre lo ignoraba porque no podían entenderlo, no podían ver a través de él. Entonces, ¿Por qué?

"No." Respondió en lenguaje de señas, asegurándose de hacer sus movimientos con dureza y precisión. Negó con la cabeza a la par, consciente de que Jaemin no lo entendería.

Renjun estaba bien.

Renjun siempre estaba bien solo.

Tenía que estarlo.

SILENCE | RENMIN.Where stories live. Discover now