chapter sixteen; lemon desires.

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Capítulo dieciséis.
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LEMON DESIRES.

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Renjun movió de la incómoda posición en la que estaba y estiró sus piernas sobre la cama. Entraba una tenue luz por la ventana, lo suficiente para iluminar levemente la habitación. Sus manos eran bañadas por el gris claro de la luna.

Fijó sus ojos en el vidrio. Afuera podía notar como las copas de los árboles se movían junto al viento. Las copas chocaban cuando las ráfagas eran fuertes, generando un silbido que recorría la oscuridad. Sus cortinas estaban abiertas, todo para sofocar el calor del verano.

Parpadeó, alejando la somnolencia. No había dormido, solo estuvo cerca de hacerlo. Fue la presencia de Jaemin a los bordes de su cama la que lo distrajo. Prestó atención a su figura. Estaba sentando en el suelo, apoyando en los bordes de la cama y su cabeza recostada en el colchón. Su pelo castaño estaba desordenado. Renjun no necesitaba acercarse para saber con seguridad que estaba durmiendo

Estirósu cuerpo sobre las sábanas, y puso su cabeza junto a la de Jaemin. Alargó su mano, tocó con los dedos su pelo, enredando mechones entre sus uñas.

Sonrió con tristeza, por las emociones que soportaba su corazón. Latía desenfrenado y ponía todo su cuerpo en alerta. Las pestañas tan largas de Jaemin siempre llamaban su atención, y lo suave que se veían al caer sobre su piel le daban ganas de tocarlas y robarlas. Quería proteger todo de él. Quería rodearlo entre sus brazos y jamás dejarlo ir. Todo de él lo había enamorado por completo. Re un no entendía cómo él podía ser poseedor de aquella felicidad, pero, sin duda, lo que más le asustaba era saber que no podría conservarla.

Aspiró con lentitud, y acercó su rostro al del Jaemin. Sus narices se rozaron. No le importó sentir las quejas de Jaemin, consciente de que lo había despertado. No se alejó, mejor dicho, se aferró más.

Pasó sus dedos por las hebras del lacio pelo, y los puso puso al borde de su nuca, donde terminaba el corte de su cabello. Cerró sus ojos y en vano intentó controlar su acelerada respiración.

El amor era la cosa más extraña que había experimentado en su vida. Lo hacía sentir como un remolino sin limite de velocidad, dando vueltas y vueltas con miles de emociones dentro de él. Lo mareaban, lo hacían sentir vivo.

—Renjun... —Lo escuchó murmurar, con su voz algo ronca y confusa.

Renjun sonrió y abrió los ojos. Se encontró con los de Jaemin, mirándolo tan profundamente. Parecía que podía verlo entero, que conocía cada parte de Renjun.

—¿Qué haces...?

La pregunta llegó a sus oídos con un tono burlesco, quizás algo coqueto. ¿Cómo Renjun podía saberlo con seguridad?

Se levantó de la cama, bajando al suelo para sentarse junto a Jaemin en la misma posición. Cruzó sus piernas y buscó las manos del Jaemin, entrelazándolas, alzándolas para verlas bien en la poca iluminación.

"Te quiero, eso hago", señaló segundos después.

Escondió su cabeza en el hombro de Jaemin, quedando lo suficientemente cerca para transmitirle calidez. Cerró sus ojos, perdiéndose en el hermoso sentir. Si es que acaso había alguien que concediera deseos en este mundo, él tan solo quería poder detenerse en ese momento para siempre y no separarse nunca.

Recordó a su madre interrogándolos esa tarde. Sabía que se había comportado infantilmente. Él más que nadie conocía lo abierta de mente que era ella. Sin embargo, en ese momento se había sentido tan indefenso y asustado, como si revelar lo bien que lo hacía sentir Jaemin lo volviera débil nuevamente. Desde que perdió su voz era indiferente con las emociones de su madre, descargando su frustración contra ella al saber que era débil y que ella más que nadie podía notarlo. Le debía una disculpa, no solamente por eso, sino por muchas otras cosas. Ahora que sentía que volvía a nacer, también tenía que hacerlo con su madre. Ya no caería en el error de ocultar sus emociones y esconderse del dolor. Enfrentaría a sus propios demonios, antes de que estos se aprovecharan de él.

Tal vez fue la tensión en el cuerpo de Jaemin, y la voz preocupada que uso para llamarlo, lo qué le hizo notar las lagrimas tibias que bajaban por sus mejillas. Renjun sorbió su nariz, saliendo de su posición. Cuando los ojos de Jaemin se encontraron con los suyos, sonrió como un idiota, viéndolo algo borroso por el llanto. Por primera vez, algo dentro de él le decía que esas lágrimas que caían eran de felicidad y no de tristeza.

—Oye, ¿Estás bien? ¿Qué pasa? ¿Te duele algo? ¿Te sientes mal? —Insistió Jaemin.

Jaemin ahuecó su rostro en sus manos. Renjun negó con la cabeza, cerrando los ojos al sentir el tacto. Se apoyó más en una de las manos, disfrutando de las tranquilas caricias.

"Solo pensaba en todo esto", indicó, secando sus lagrimas con ayuda de jaemin. "Gracias."

—De nada —Dijo Jaemin, sonriendo.

Allí estaba de nuevo, ese brillo que solo Jaemin poseía.

Renjun sintió aquellos suaves labios besándolo con un poco de timidez, traspasándole todo el cariño que ambos sentían.

Cuando el verano acabara y otros más vinieran después, solo quedarían en sus mentes las emociones con sabor a galletas de limón con mermelada de ese entonces. Los dos estarían consientes de lo afortunados que fueron al conocer al amor de su vida mientras eran jóvenes, mientras podían dar todo lo que guardaban sus corazones. Y tal vez, solo tal vez, Renjun también entendería que algunos deseos si se hacen realidad.

SILENCE | RENMIN.Where stories live. Discover now