Capítulo XVI

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*Rosie*

Al día siguiente todos los invitados están listos para bajar al desayuno en el comedor principal.

Mientras tanto los cocineros, sirvientas y reposteros se vuelven locos en la cocina haciendo comida para cerca de 200 personas, con tres platillos diferentes, uno nunca sabe cuáles son los antojos de la realeza. Tiene que haber de todo, claro, sin contar los postres.

Hoy es el día perfecto, solo que nadie los sabe, aún...

Todos estarán contentos y conmovidos por la aparición del príncipe Ricardo. Un final feliz a una horrible tragedia. Ellos no saben lo que es sufrir, ellos nunca han tenido porque, todo lo resuelven con su maldito dinero y oro. Podría apostar que nunca en su vida han hablado con una cocinera como yo.

-¡Anda niña! ¡No tenemos todo el día! –me grita el jefe de cocina.

-Ya voy. –respondo haciendo que me apresure con la mirada.

Comencé a trabajar en la cocina desde los 10 años, crecí en una pequeña casa en el pueblo más cercano al castillo y puedo asegurar que la realeza ni siquiera sabe que existo.

En el Gran Comedor se reúnen todos los invitados, sentados alrededor de la gigantesca mesa, estando en la cabecera la Reina Catalina de Francia, a la persona que más he admirado en toda mi vida.

Cuando apenas era una bebé, mi madre me traía a su trabajo ya que no me podía quedar sola en la casa, mi padre murió en una de las guerras civiles cuando estaba en el vientre de mi madre. Así que siempre fuimos ella y yo contra el mundo. Soñaba con tener hermanos, pero nunca pasó, por dos razones: no teníamos el dinero para dar de comer a otra persona y mi madre siempre le fue fiel a mi padre aún después de su muerte.

Ahora mi madre está enferma, no puede trabajar y yo tengo que trabajar horas extras para ganar un poco más y poder comprar las hierbas que la ayudan a mejorarse.

Así que hora hago todo lo posible para obtener un poco más de dinero. Lo que sea. No me gusta cómo funcionan las conspiraciones dentro del castillo, pero tengo que obedecer, eso sí quiero que mi madre viva unos años más.

-Rosie, ¿estás lista? –el carnicero me saca de mis pensamientos y simplemente asiento.

Continúo mi camino hacia la cabaña acordada, escondida entre el bosque de robles más lejano al castillo. Lo único que se de este trato es que no debo decir nada a nadie bajo ninguna circunstancia y que no puedo irme hasta estar segura de que está muerto...

El Carnicero tiene contactos del castillo que quieren a alguien muerto y él me escogió a mí porque sabe que necesito el dinero y porque nadie se va a dar cuenta de mi ausencia. El problema es que los que me conocen saben mi nombre, incluso dónde vivo, nadie conoce el nombre de El Carnicero.

Al llegar a la cabaña me doy cuenta de lo peligroso que es esto, hay seis hombres en la entrada con el rostro escondido detrás de una máscara negra dejando ver solo los ojos. Me acerco lentamente y, sin decirme nada, uno de ellos me da una máscara igual que la suya. Al entrar el miedo se apodera de mí, nunca pensé que fuera a ser alguien de ese nivel... Frente a mí lo tienen amordazado y golpeado, pidiendo ayuda con la mirada sintiendo la impotencia al no poder desatarse y sin saber su destino.

-Rosie, te presento a nuestro querido invitado. Fernando Aragón.

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