Capítulo XVIII

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*Leonor*

Entro a la cabaña y al verlo, ahí sentado, asustado y indefenso, no puedo evitar sonreír. Esperé tantos años para esto...

Camino lentamente a él mirándolo a los ojos, tratando de adivinar si me reconoce. Me pongo en cuclillas frente a él y me quito la máscara. Su mirada de sorpresa y dolor no tiene precio.

-Hola Fernando, ¿me recuerdas?

-Usted dice cuándo. –dice uno de los chicos.

-Esperen, no arruinen la fiesta, apenas llegué. –ellos ríen- Salgan.

Sus risas paran de inmediato, pero todos obedecen sin excepciones, salen uno por uno por esa puerta. La chica va detrás de ellos, pero la detengo antes de que pueda salir.

-Tu no, siéntate.

Vuelvo hacia Fernando y quito el trapo de su boca.

-¿Por qué haces esto? –es lo primero que dice.

Acerco una silla y me siento frente a él.

-¿En serio me preguntas? ¡Mataste a mi hermana! ¿Crees que me iba a creer eso de que se enfermó y de un día para otro estaba muerta?

-Lo siento –solloza- de verdad lo siento. ¡No sabía lo que estaba haciendo!

-Curioso que te arrepientas, justo ahora, que ves tu muerte cerca. ¿Te digo un secreto? –digo haciendo una pausa para ver el terror en sus ojos- Dios no perdona a los asesinos.

-Entonces nos vemos en el infierno. –dice y no puedo evitar sonreír.

-Ahí nos vemos, pero me temo que tardaré en llegar, no pienso morir pronto.

Me doy la media vuelta, pero me detiene su voz.

-En verdad amé a tu hermana, amé con todo mi corazón a Alexandra.

-Debiste recordar eso cuando cortaste su cabeza como si fuera una criminal –digo con rabia conteniendo las lágrimas.

-Leonor, no lo hagas. –suplica.

-Quémenlo. –digo a los chicos que esperaban afuera este esperado momento.

*Fernando*

Leonor sale de la cabaña con la cabeza en alto como si nada de esto fuera a pasar. Los hombres entran y mojan toda la cabaña con gasolina, la desesperación se apodera de mí, trato de zafarme de las cuerdas que atan mis extremidades, pero es imposible, están muy ajustadas.

- ¡Rosie, ayúdame! –grito desesperado pero la chica solo limpia sus lágrimas y me da la espalda saliendo de la cabaña.

No puedo hacer nada, voy a morir...

Recuerdo la primera vez que vi a Alexandra, era la niña más hermosa que había visto a mi corta edad. Estaba con Leonor y con sus amigas, recuerdo que eran inseparables. Los años que vivió en Rusia fueron los más felices de todos, la veía todos los días, jugábamos y nos encantaba montar a caballo. A pesar de que su país estaba en guerra ella era fuerte, no le gustaba que la vieran llorar, yo quería ser como ella. Cuando se fue la extrañaba todos los días y todos lo lugares del castillo me recordaban a ella, hubo días que quería llorar, pero a ella no le hubiera gustado verme triste, así que nunca lloré. El día en el que mi madre me dijo que la volvería a ver, mi corazón se aceleró de una manera incontrolable, la vi bajar de su carruaje y obviamente no era como la recordaba, era mejor. Resistí las ganas de correr a abrazarla y decirle cuánto la había extrañado, pero su padre había muerto, no parecía correcto. Ojala hubiera corrido hacia ella, la hubiera abrazado y le hubiera dicho que sentía mucho la muerte de su padre pero que iba a estar con ella, no la iba a dejar pasar por eso ella sola. La felicidad invadió mi corazón cuando me dijo que estaba embarazada, pero no podía encariñar con el bebé, todo por el estúpido plan de Michelle. Íbamos a conquistar todo el mundo, la ambición me cegó e hiso que cometiera los peores errores de mi vida. Alexandra lloró y sufrió noches enteras en busca de Anastasia, mi niña apenas tenía 5 años y la separé de Alexandra. Mi corazón se partió en mil pedazos al ver a Alexandra llorar al mandar a Astrid lejos de nosotros, pero estaba en peligro, no iba a dejar que Alexandra sufriera la "muerte" de otra de sus hijas. Todo valió la pena el día en que la volvimos a ver, nuestra pequeña ahora tenía 10 años y nos aseguraríamos no volverla a perder. La ambición me ganó. Una princesa era más fácil de manipular que una reina. Así que asesiné a Alexandra, mi mejor amiga desde que éramos niños, mi heroína, mi esposa, la madre de mis hijas, todo por un sueño inalcanzable. Pero ahora es demasiado tarde...

Lanzan un cerillo a la cabaña llena de gasolina y el fuego va consumiendo poco a poco todo a su paso. Sillón por sillón, cortina por cortina...

-Lo siento Alexandra... -digo en voz alta antes de darme cuenta- Te amo. Desde el cielo cuida a nuestras niñas, lo necesitan más de lo que crees. Anastasia no es mala, solo una princesa que no fue salvada...

*Rosie*

Veo la cabaña consumirse por el fuego ardiente, está en silencio, hasta que los gritos de dolor se empiezan a escuchar desde dentro de la cabaña. Sus gritos atraviesan mi corazón y yo pude haber detenido esto, ya es muy tarde. Siento su dolor, él sabe que va a morir y no puede hacer nada para evitarlo. Conforme escucho sus gritos de sufrimiento simplemente me repito una y otra vez que necesito el dinero, que así es como consigo que mi mamá se mejore, así que como nosotras nos mantenemos con vida.

Los gritos siguen durante un rato hasta que todo queda en silencio. Lo único que se escucha es la madera consumiéndose por el fuego. Murió, su sufrimiento por fin terminó...

Me doy la vuelta secando las lágrimas que salen descontroladamente de mis ojos, corro entre los árboles, lejos del abrazador fuego de la cabaña... Me detengo y lloro, lloro como nunca antes lo había hecho.

Pude salvarlo, pude salvarlo...

Controlo mi respiración y seco mis lágrimas. Tengo que volver a castillo, tengo trabajo que hacer.

"Así es como se consigue el dinero, así es como consigo el medicamento de mi madre, así es como comemos, así es como nos mantenemos con vida."

Mi LegadoWhere stories live. Discover now