Capítulo XX

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Una semana después

*Anastasia*

Tuvo que robarse el protagonismo de todo, como siempre. Se supone que estábamos aquí para memorar a mi madre y a Daniel, ahora parece ser que a todos se les ha olvidado, todo por la muerte de Fernando.

Al enterarme sentí un nudo en la garganta, a pesar de todo, sigue siendo mi padre. Todavía no encuentran a el responsable de su muerte pero los guardias de todo el reino buscan como locos, desde las más humildes casas hasta cada centímetro del bosque.

Justo hoy, es un día especialmente frío, desde el ventanal de la habitación veo el precioso paisaje ante mis ojos, la nieve cae sin parar, al punto de que a cualquier lado al que dirijo la mirada solo se puede apreciar el blanco de la nieve cubriendo todo a su paso.

-Tal vez es hora de que hables con tu hermana. –sugiere Hans desde la cama en la que se encuentra acostado leyendo un libro.

-¿Qué te hace pensar que quiero hablar con Astrid? –digo alejándome del ventanal sentándome al pie de la cama.

-Escuche que la está pasando mal, le afectó mucho la muerte de Fernando.

-Tiene que madurar, todos nos moriremos, yo perdí a mi madre y solo tenía cuatro años.

-No murió, no es lo mismo.

-No, no lo es. –contesto cortante.

La verdad es que Hans no sabe toda la historia sobre mi niñez, solo sabe que Astrid es mi hermana y que quiero recuperar el lugar que me pertenece como reina de Rusia. He querido contarle tantas veces, nunca tengo el valor para hacerlo. Cuando nos casamos solo teníamos una meta en la mente, dominar el mundo.

Tres años después, la madre de Hans murió, él cambio por completo, al parecer antes de su muerte platicó con él durante horas, lo hizo entrar en razón y le metió una idea a la cabeza... "Es mejor ser amado que temido"

Eso me complicó las cosas al principio, mi sueño de tener a un esposo al que todos temieran y respetaran se fue en un abrir y cerrar de ojos. Entonces tuve que contarle solo una parte de la historia. Necesitaba su apoyo.

Accedió a ayudarme a reclamar mi lugar en el trono, pero eso era todo. Su meta era ser el mejor Rey de Irlanda y Alemania, mi meta era deshacerme de mi hermana y de mi padre. Supongo que ahora tengo la mitad de mi meta cumplida.

-¿Qué tanto piensas?

Me quedo callada un momento pensando si decirle toda la verdad o mantenerlo a oscuras como todos estos años ha estado.

-Nada. –niego con la cabeza poniéndome de pie acercándome nuevamente al ventanal.

La nieve me hace recordar a mi madre... Amaba el invierno.

-¿Algún día me contarás el resto de la historia? –pregunta Hans como si pudiera leer mis pensamientos.

-Algún día. –me limito a decir- Voy a los jardines.

-¿Estás loca? Te vas a congelar. –dice sorprendido causándome una sonrisa de nostalgia.

-Estoy hecha a prueba del frío. –salgo de la habitación caminando lentamente por los vacíos pasillos del castillo.

El silencio reina el lugar, tan solo se escucha el eco de mis pasos y mi respiración. Todos se encuentran en sus habitaciones, ocultándose del frío. Nací en Rusia y crecí en Alemania, con el tiempo aprendí a tomarle cariño al invierno. Basta con un vestido de tela gruesa y una capa con piel de borrego sobre mis hombros.

Abro la puerta de madera que da hacia el jardín trasero del palacio, el frío se hace presente al instante, si en el castillo tienen frío aquí afuera se estuvieran congelado. Una sonrisa se forma en mis labios instantáneamente.

Mi LegadoWhere stories live. Discover now