Capítulo XXIX

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*Astrid*

6 meses después

En cuanto me enteré de que Anastasia había tenido gemelos empecé a temer por el futuro de mi familia y mi corona. La reina legítima del trono de Rusia, es mi hermana y por consiguiente sus hijos. Ricardo nunca llegará a ser rey mientras el legado de Anastasia sea una amenaza.

Uno de mis embajadores me ha dicho que ha nombrado a la niña Alexandra, como nuestra madre, no lo podía creer. Está decidida a que todo el mundo se entere de que ella es la hija perdida de Alexandra y Fernando.

La he invitado a la corte rusa para hacer un acuerdo que beneficie a las dos. Ahora tengo otras cosas en qué pensar. Tengo una nación, un esposo y dos hijos que cuidar.

Estoy embarazada.

El doctor espera que dé a luz en tres meses más. Si todo sale exactamente como lo planeo, los gemelos de Alexandra y mi bebé estarán jugando juntos, corriendo por los jardines del castillo.

-La respuesta de Anastasia ha llegado. –dice Nicholas bajando del caballo y sentándose a mi lado en el césped.

-¿Tan rápido?

-¿Dos meses te parece poco?

-Sí, prácticamente va a llegar a dormir con el enemigo.

-No eres su enemigo, eres su hermana. Quizá ahora que tiene a sus hijos ha cambiado de opinión, al menos yo no sacrificaría a mis hijos por una corona.

-Ni siquiera sabemos si acepto. –digo extendiendo la mano y Nicholas me la carta con el sello de los Neufeld.

Comienzo a leer y al terminarla me declaro sorprendida.

-Se negó a venir. –digo- Dice que sus hijos todavía están muy pequeños como para viajar distancias tan largas.

-¿Está en Irlanda o Alemania?

-Cuando murió Hans no soportaba estar en ese castillo sin él, así que se regresó a Alemania.

-Después de todo lo que pasó... yo no volvería.

A la mañana siguiente de recordar la muerte de mi madre, mi mente se ha ido desbloqueando poco a poco. Nicholas es el único que sabe la historia completa, pero supongo que en algún momento tendré que contárselo a Dante. Me da miedo como pueda reaccionar, últimamente no es el mismo que conocí hace tantos años atrás. Ricardo solo sabe que Anastasia es mi hermana, no sabe lo que significa, no aún.

-¡Mamá! –escucho el grito de Ricardo a mis espaldas haciéndome voltear hacia él.

Está montado en su caballo favorito, Tormenta, le puso así hace dos años ya que es de color gris, como las nubes cuando sabes que va a llover. Lo veo y no puedo creer que esté creciendo tan rápido. Ya cumplió 8 años y pareciera que apenas ayer lo tenía en mis brazos.

-¿Qué pasó?

-¿Puedo ir con mis amigos a cabalgar al bosque?

-Nicholas los va a acompañar. –le digo y él asiente con una sonrisa.

-No iremos lejos. –comenta Ricardo.

-Llegando dile a tu padre que empaque sus cosas y tú también.

-¿A dónde vamos a ir? –pregunta curioso.

-Vamos a ir a conocer a tus primos.

-¡Genial! –grita emocionado y cabalga hacia sus amigos dónde lo esperan para adentrarse al bosque.

-Manda una carta a mi hermana, avisa de nuestra llegada. –digo a Nicholas y el asiente. Se pone de pie y sube a su caballo. –No los pierdas de vista. –digo antes de que se vaya cabalgando hasta Ricardo. 

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