Capítulo Treinta y Nueve

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El sujeto me sonrió, estirando sus delgados labios rosados y alzó la mano para saludarme.

—Hola —musitó, bañando al español con una matiz inimitable de italiano.

Sujeté su mano, respondieron el saludo y le devolví la sonrisa a sabiendas de que la mía parecería turbia.

Como no hablé para nada, Wyatt, volvió a la plática con Finn.

—Neanche parla spagnolo? —le preguntó, confundido.

Finn soltó una carcajada que al instante supo contraer.

—Penso che odia questi luoghi, man no te la prendere personale —le dijo él, con amabilidad —Beh, è meglio andare —el pesar en el rostro de Finn apareció de repente.

Al menos podía estudiar sus expresiones sino entendía nada de lo que hablaban.

—Ma se siete apprna arrivati! —parloteó el sujeto tras la barra.

—Sì, ma fretta —una mueca se dibujó en el rostro de Finn.

—Okay, okay. Saluto Sadie.

—Chiaro —Finn sonrió, fugaz.

—Hasta pronto, Millie. Me dio mucho gusto conocerte —me dijo con su acento
italiano, distorsionado un poco el español.

—Adiós, Wyatt —musité, tímida.

—Arriverdeci —dijo, Finn, despidiéndose con el movimiento de mano también.

—Arriverdeci, Finn —dijo él.

Finn me tomó de la cintura y el tacto cálido de su mano sobre mi cuerpo, llegaba incluso a través de la ropa. La piel se me erizó, como si una lombriz de electricidad me recorriera el cuerpo.

Me sacó de aquel lugar y pude respirar el aire fresco una vez que estaba afuera. Aquel respiro me hizo pensar en Sadie. Me sobresalté.

—¿Qué hora es? —le pregunté a Finn.

Sacó su celular y miró la pantalla del mismo.

—Las ocho con cuatro —contestó, como si nada.

—¡Sadie ya está en casa!

—Conduciré rápido —dijo.

¿Esa era su respuesta? ¿Acaso me sentía más culpable yo que él? ¿Él se sentiría culpable al menos? Las preguntas revolotearon en mi cabeza con voz propia, mientras me esforzaba a mandarla todas al rincón de mi mente. Callándolas.

Subí a la Hybrid de Finn cuando este me abrió la puerta. El tiempo se me acaba; había pasado un buen rato con él, sin embargo para mí pareció sólo la prolongación de lo que un suspiro y ahora iba a ponerle final al día, a mi tarde con él.

Condujo hasta el departamento de Sadie, y en el camino casi no hablamos debido a que mi cabeza se encontraba hundida en pensamientos, buscando alguna manera de explicar la situación. Situación que a Finn parecía no preocuparle.

Cuando llegamos y él estacionó frente al edificio, me congelé en el asiento por que aun no tenía pretexto ideal para decirle a Sadie. Hoy era una de esas noches en las que la cabeza no me daba para más, más que para sostener el cabello.

El rugido del motor se detuvo y el silencio se produjo al instante.

—Listo, subamos rápido —dijo, Finn, satisfecho del tiempo que había tardado en llegar. ¿Veinte minutos se le hacía poco?

—Espera —le sujeté el brazo antes de que bajara.

Me miró, intrigado.

—¿Qué vamos a decirle? —pregunté.

𝐄𝐥 𝐦𝐚𝐧𝐮𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨 | Fillie | PausadaWhere stories live. Discover now