Sólo el inicio

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Siempre creí que eso de tener un familiar al que quieres más que los demás era algo tonto, pero luego nació ella, era pequeñita y frágil, mi madre y mi tía me dijeron que debía cuidarla como a una hermanita, que sería su hermano mayor, aunque no fuera así, sólo era su primo. Cuando me permitieron tenerla en brazos, lo que sentí fue tan profundo que aún recuerdo la sensación de su manita tocando curiosa mi mejilla, sus ojos me provocaron un vacío en el estómago, pero era todo lo contrario a ser desagradable, eran como cosquillas, eran pequeñas mariposas revoloteando alrededor. Era mi pequeña primita.

Mi tía se había mudado con nosotros meses atrás cuando mi tío las abandono, y desde que la sentí por primera vez en el vientre maduro de mi tía, me preguntaba ¿Cómo había podido dejarlas? La primera patada que dio, me la regalo a mí, mi voz la ponía algo inquiera dentro de mi tía y eso me hizo sentir especial. Mi madre al no poder tener más hijos me dijo que ella sería como mi hermana. Y así fue.

Con siete años, sabía bien que era el engaño, la soledad y la traición. Mi madre engañaba a mi padre con otro hombre cada vez que él se iba al trabajar, cuando él llegaba jamás tenía el tiempo suficiente como para compartirme cinco minutos, y cuando mi tío se fue dejando sola a mi tía... pero ella, esa niña chiquita recién nacida no tenia porque conocer eso. Ella sería feliz y yo me encargaría de ello.

La protegería, la quería como a una hermana.

De lo que no me di cuenta, fue de que entre más la quería proteger, la vida me la arrebato sin darme oportunidad de hacer o decir nada.

Los chicos seguían tan insistentes en que debía festejar mi despedida de soltero, pero a pesar de que estaban tan entusiastas, no me apetecía. A Laura no le parecía una buena idea y no quería incomodarla, no tan cercana la fecha de nuestra boda. Además, aun tenía muchas cosas que hacer para poder terminar e irme de luna de miel sin ningún pendiente.

Aunque mi conciencia me traicionaba, más que nada, no quería ir a esa despedida de soltero porque en esa fecha había sucedido, y era cuando mi culpa salía a su apogeo, así que prefería no arruinarle la noche a nadie. La pasaría en mi oficina adelantando más trabajo.

Delante del computador, me cuestionaba las mismas preguntas desde ese día, no cambiaban, no eran diferentes. ¿Habían pasado en realidad ocho años?

El sonido mi celular me despertó de mis cavilaciones trayéndome a la realidad, el número de Laura apareció en la pantalla, y aunque me debatí unos segundos entre presionar el teléfono y contestar, lo hice.

-hola, solo quería saber ¿si vendrías a casa para cenar conmigo?; su voz seguía escuchándose tierna al otro lado de la línea

-no lo sé, si no hay trafico puede que llegue a cenar, pero esta bien, no me esperes; conteste tratando de que la inestabilidad de mi tono no se percatara; ya te lo compasare luego

-esta bien, sólo no se te olvide lo de mañana y todo estará perdonado; por mi cabeza no pasaba nada que pudiera recordar acerca de lo que ella estaba diciendo; ¿No se te olvido? ¿Verdad?

-no claro que no; era obvio que no sabía mentir; no, aquí lo tengo; golpee mi cabeza con la punta del bolígrafo olvidando que ella no me podía ver

-dime entonces ¿Qué es lo de mañana?; quedándome mudo sin saber que contestar por no recordar; ¡la cena con tu madre!; su tono se elevo notablemente; dijiste que no lo olvidarías y prometiste traerlo

- ¿Traer qué?; cuestione aprovechando que ya había descubierto mi falta de memoria

-ah ¿Qué voy a hacer contigo? Supongo que no apartaste la maquina de karaoke que tu madre te pidió

Primo y PrimaWhere stories live. Discover now