Noche corta

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Le conté la situación a Laura, no pude ocultárselo estando ahora involucrada, sin saber que más hacer, le pedí que fuera a casa de sus padres una vez mis padres se fueran que sería pasado mañana. El miedo me recorría de pies a cabeza sin dejarme pensar claramente, algo que no le conté fue de mi sospecha de Sonia en ese lugar. No tenía caso, no había coherencia en lo que le diría.

Me alegro de que pudiera mantenerse al margen con mis padres y mi tía, haciéndoles pasar un buen rato, la noche fue una de las peores que había tenido hasta ahora, imaginar que le pudieran hacer algo a Tobías, era un remordimiento espantoso que me embargaba, además, ¿De dónde sacaríamos la suma que el tipo había mencionado? Carlos dijo que hablaría con Roberto y que irían revisando cuanto podían aportar para pagar la deuda de Tobías. Pero ¿En qué lio se había metido? ¿Por qué ir ahí de nuevo? Sabíamos que era un degenerado, sin embargo, no tanto, no a esta magnitud, era claro que las mujeres de ese lugar no estaban ahí por placer.

¿Y si llamábamos a la policía?

Era una buena opción, pero me dio tanto miedo comunicársela a los chicos, si ya sabían de Laura, quien me aseguraba que no nos vigilaban o algo parecido, todas esas ideas azotaban mi cabeza sin poder darme paz.

La mañana llego demasiado lenta, la falta de sueño me afecto a niveles críticos, claro, no era la primera vez que me desvelaba, porque lo hacia para trabajar más, no obstante, no era lo mismo desvelarse por trabajo que por saber que pueden matar a uno de tus amigos.

Un golpe de suerte fue cuando mis padres me dijeron que tendrían que regresar antes, porque la señora que cuidaba la casa cuando ellos salían de viaje, se había enfermado y sus hijos la querían tener en casa, así que, sin más, tenían que regresar hoy, mi tía para no quedarse sola y no incomodar, como dijo ella, se fue con ellos apenas cayo la tarde. Al regresar Laura empaco unas mudas de ropa para ir con sus padres mientras yo trataba de salir de esto. Aún quedaban unos días para la boda y esto no duraría mucho, daríamos el dinero a cambio de la vida de Tobías y nunca más regresaríamos a ese lugar.

Cuando llegué al trabajo al ver a la secretaria de Carlos, sentí como la sangre se agolpaba en mis pies, de un color pálido y temblando cada musculo de su ser, intercambio miradas conmigo, dándome una clara señal de lo sucedido.

Sin más, me dirigí a la oficina de Carlos para ver qué haríamos ahora. Al abrir la puerta me encontré con ambos, la preocupación y ansiedad de saber cómo seguiría Tobías, era obvia en sus rostros.

- ¿Qué hacemos entonces?; pregunto Roberto una vez les dije que había hecho

-no lo sé, si le llegaran a hacer algo; comento Carlos con tristeza en su voz; si vamos a la policía y no hacen nada, solo provocara que le hagan algo a Tobías, tengo miedo y me siento paranoico; confeso soltando todo el aire de sus pulmones

-esta bien muchachos, todo saldrá bien; dije intentando calmar las cosas; les daremos el dinero y lo dejaran ¿Esta bien?; Roberto y Carlos intercambiaron miradas sospechosas y de inmediato me sentí ajeno a lo que se traían; ¿Qué pasa?

- ¿No has visto la suma, ¿verdad?; cuestiono Roberto mientras Carlos estiraba un papel hacia mi

Dudoso, lo tome entre mis manos y al verlo, casi me voy de espaldas, era por mucho más, lo que yo ganaba en un año, que yo... que los cuatro.

- ¿Por qué tanto? No creo que esto se haya ido en dos privados; dije sintiendo el sarcasmo llenar mi boca

-no, esto es lo de una blanca; miré extrañado a Carlos; sabes ¿Qué es eso?; negué con la cabeza esperando la respuesta

-una virgen; respondió Roberto mirándome con severidad

-ese hijo de...; me costó mucho contenerme

Pero ¿Cómo había sido capaz de algo así? Una muchacha inocente a todo lo enfermo y perverso de la mente de Tobías había pagado una condena que no era la suya por estar prisionera en un lugar así. Me sentí tan decepcionado de ser su amigo, de haberlo creído por algún momento vago que era una persona que valían la pena.

- ¿De dónde vamos a sacar ese dinero?; pregunte al aire con los ojos cristalizados

-había pensado en maquillar un balance y sacar el dinero de alguna cuenta, pero ya entregué los informes; dijo Carlos haciéndome sentir peor

Estuvo a punto de ser capaz de robarle a la empresa con tal de salvar la vida de Tobías, sabia que el dinero lo podía devolver poco a poco y siempre y cuando ninguna otra persona se enterara, pero ¿Cómo habíamos llegado a esto?

-se que no te gustara la idea, pero ¿Aun tienes lo de la boda?; soltó Roberto mirándome con duda

- ¿Qué? ¿crees que voy a dar el dinero de mi boda?

Y como un bello aviso, otra llamada llego.

-Parece que ya han tenido mucho tiempo para pensar; el altavoz resonó en la estancia y los tres nos miramos para luego mirar el aparato en el escritorio; así que creo que lo están pensando demasiado, para motivarlos...

- ¡Ayuda muchachos! ¡Por favor!; los gritos desgarrados de Tobías se escucharon del otro lado de la línea; ¡Sáquenme de aquí!

Luego nada, un sonido sordo, como el de una puerta cerrándose.

-bueno, creo que si les hacia falta motivación, ahora la tiene; colgó sin decir nada más

- ¿Qué hacemos?; pregunto Roberto y Carlos me miro rogando en silencio, tampoco me quería obligar a hacerlos, sin embargo, era una opción factible

Con el dolor de mi corazón, tome el teléfono y marque, esperamos los tonos y luego lo puse en altavoz.

-hola cariño ¿Cómo van las cosas?; su tierna voz respondió; ¿estas bien? Tengo miedo, estoy muy preocupada

Le contamos de la llamada y de la posibilidad que teníamos en las manos.

-pero... ese dinero es nuestro, Lisandro; su llanto distorsiono su voz; estuvimos ahorrando casi cuatro años para tener la boda de nuestros sueños, nuestra luna de miel...

No pude decir nada. Ella tenía razón. No podía quitarle eso. No así.

- ¿Cómo puedes siquiera considerarlo?; cuestiono deshecha destruyéndome en el acto

-no fue él; respondió Carlos; fuimos nosotros, Laura, te prometo que les devolveremos hasta el ultimo centavo, pero por favor, piénsalo

-bien...; su llanto entrecorto su habla; háganlo..., pero escúchame Lisandro, hasta que vuelvas a tener el dinero que ahorramos juntos, que nos costó, por el cual nos privamos de cientos de cosas que queríamos... entonces no vengas a buscarme; y colgó

Caí abatido en la silla de cuero, los chicos se miraron uno al otro sin saber como consolarme. Y es que no habría forma.

-vamos al banco y luego vamos a Flag's; finalice caminando a la salida

Primo y PrimaWhere stories live. Discover now