Oscuridad

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Al despertar, me encontré que no estaba en la oficina del agente Morales, si no, en una clase de consultorio, me levante de la camilla y avance hacia el escritorio donde vi mi celular y recordando crudamente lo que había pasado antes de que todo se pintara de negro.

Inseguro, marque el numero de regreso, una y otra vez, hasta que por fin dio tono y alguien contesto.

-vaya vaquerito, parece que eres bastante fácil de impresionar; una carcajada luego nada, su respiración era tranquila y su aliento se escuchaba claro, tenia el celular demasiado pegado; abusaste de mi generosidad y eso tiene un alto precio, fuiste listo con Laura, no tengo ni idea de donde demonios esta, pero sigo teniendo algo que tú quieres ¿No?

Me quede mudo ante su confesión, era verdad.

-quiero que vengas solo, completamente, o si no tu querida prima y la otra pequeña se mueren ¿He sido lo claro?; no pude contestar; ¿Lo fui?

-sí, tienes 16 horas para venir a Flag's, ahora no quiero dinero, sabes los riñones, los pulmones, los huesos, los ojos, e incluso la lengua, ahora están dando buen dinero por ellos, así que dime ¿Vale tu prima lo suficiente para hacer esta pequeña transacción?

-esta bien, bien, pero... ¿La dejaras libre? ¿Dejaras que venga conmigo?

-no lo sé, ya me fallaste una vez vaquerito, ahora la policía sabe de nosotros y estoy muy sentido contigo; la maldita tranquilidad con la que hablaba era insidiosa; tal vez lo haga o tal vez no... pero estate seguro de algo... vivos o muertos van a estar juntos, eso te lo prometo

Finalizo la llamada dejándome congelado, tenia que hacerlo, era la ultima oportunidad que tenia para sacarla de ese lugar, se lo prometí y esta vez no le fallaría. Salí del consultorio y me percaté de que nadie me viera, por suerte, había pocas personas y estas estaban muy ocupadas en sus propios asuntos. Me fui del edificio y pase a mi casa para recoger mis cosas, el tiempo seguía corriendo, ahora tenia 14 horas para llegar, si no hallaba un boleto de avión que me llevara de vuelta, la esperanza que tenia de recuperar a Sonia se esparciría en el aire.

El tiempo era tortuoso, cuando quería llegar más lento iba, pero para hacerme saber que se acababa iba rápido escapando de mis manos.

Era de noche cuando llegue a la ciudad, si algo me pasaba, por lo menos ahora sabían donde estaba y ellos a lo mejor sí podrían salvarla, sin embargo, el miedo lentamente se difuminaba de mi alma, sentía que era un pago que le debía a Sonia por lo de antes y por lo de ahora. Vino a mi mente como y gracias a que, pude encontrarla, tanto odio que le jure a Tobías, pero sin él y sus estupideces, no la habría encontrado, y más me hubiera dolido haber pasado en dos ocasiones junto a ella y no poder verla. No darme cuenta de que estaba frente a mi y que me necesitaba más que nunca. Al llegar a la ciudad sin darle muchas explicaciones le pedí a Carlos su auto, quien como buen amigo accedió. El viento pegaba en mi rostro al entrar por la ventana abierta del piloto, el acelerador estaba hasta el fondo, la luna y las luces del auto eran lo único que iluminaba mi camino, los árboles y pocos edificios se veían fugaces tras mi paso.

Sólo hasta ese instante, recordé a Laura, si hubiera podido evitarle ese malestar de perder el dinero de nuestra boda, ahora, en estos días ya estuviéramos casados y en Venecia, el lugar que tanto ansiaba para nuestra luna de miel, pero ahora, igual que hace ocho años, era un sueño truncado como cuando unos infelices tomaron deliberadamente a Sonia y truncaron su infancia, su inocencia... su vida, convirtiéndola en cenizas, en nada, en llanto y en miseria.

Por supuesto, había una caravana esperando ansiosa por mí, el sujeto bien vestido con su insoportable acento, camino en mi dirección y luego me soltó una bofetada cual bella mujer, rodé los ojos y lo encaré, sus hombres se fueron sobre mi y no pude hacer mucho contra los ocho sujetos, me llevaron dentro, sorprendiendo a los clientes y a las trabajadoras quienes gritaban esparciéndose histéricas. En una habitación como donde nos entregaron a Tobías, fui dejado, sintiendo el dolor corriendo por todo mi ser. El sujeto bien vestido entro ceremonioso y me miro como si fuera un insecto.

Primo y PrimaWhere stories live. Discover now