¿Un helado?

747 77 21
                                    

Frank

- ¿También necesitamos arroz?

Su voz me hace volver del estado inconsiente al que voy y vuelvo en los últimos días. Cada vez tengo que repetirme en dónde estoy, y falta poco para que olvide quién soy.

Supermercado, idiota. Supermercado, haciendo las compras con Gerard.

La frase toma sentido cuando veo que él está frente a mi, con un paquete de algo en la mano y mirándome con expresión inquisidora. Parpadeo un par de veces antes de reaccionar a abrir mi boca.

- Oh... claro, claro.- digo sin saber muy bien qué diablos fue lo que me preguntó.

- Frankie... ¿pasa algo?- pregunta dudoso, después de dejar el producto en el carrito, el cual noto bastante lleno.

- No, claro que no, amor. Sigamos. Creo que nos falta.... - echo una ojeada al contenido que ya llevamos.- Aceite. Quizás salsa de tomate. Y M&Ms. Y.... hummm.... supongo que eso es todo.

- ¿Estás seguro?- su mirada insegura me traspasa.

- Claro... ¿o crees que necesitaríamos otra cosa?

- No, Frank. Me refiero a si te sientes bien. Este último tiempo has estado algo... no lo sé, como si no estuvieras realmente aquí. ¿Hice algo mal? Porque si fue eso, yo...yo...

- ¡Tú no has hecho nada! ¿Cómo podría hacerme algo la persona más maravillosa de mi vida?- me acerco para afirmar sus brazos con mis manos. Él mira a su alrededor, nervioso, y luego vuelve a fijarse en mi.

- Entonces, supongo que pretendes decirme qué te pasa... o tendré que averiguarlo yo. Entonces... perdón por... porque no tenemos un perro. ¿Es eso?- niego con la cabeza, divertido y extrañado.- Hum.... perdón por los payasos.

- ¿Qué? ¿Los payasos?- repito sin entender.

- Perfecto, no es eso. Perdón por... por el plato que rompí el otro día.

- Para ya, Gee. No es por nada...- alcanzo a articular entre las risas que afloran en mi garganta.

- No, no, amor. Debo seguir.- posa una mano en su frente en un gesto melodramático.- Perdón por los helicópteros que pasan en la mañana de los Sábados.- me estudia un momento.- A juzgar por tu cara, no es eso. Y me alegra, porque no sé cómo cuernos podría espantarlos yo. - muerde su labio para parecer serio y no estallar en carcajadas.- Perdón por no prestar atención a tus programas de T.V.

- Son estúpidos. Claro que los ignoras.

- Perdón por ser alto y hacerte parecer más enano de lo que eres.

- ¡Oye!

- Perdón por besarte mientras duermes.

Arqueo una ceja.

- ¿Lo haces?

- Pues claro que sí. Te ves malditamente tierno y lindo cuando duermes, ¿qué esperabas? Pero no es el punto. A ver.... ah, si. Perdón por no haberme atrevido a saludarte antes, cuando nos mirábamos por la ventana del apartamento. ¿Es eso? Tiene que serlo.

- Ya, enserio. Si hubieras ido tú antes, probablemente no me habría atrevido a abrir la puerta. ¿Vas a pedir disculpas por preguntar incoherencias?

- Podría ser, pero tú también lo haces, así que no puede ser eso. Bien, tú ganas; me rindo. El que va a tener que hablar eres tú. ¿Qué ocurre?- repite.

- No es nada grave, Gerard. Sólo es... nostalgia, supongo. Pero no es importante.

- Oh, claro que lo es. Ya lo dije antes: cada cosa que tenga que ver contigo me interesa. Y no, no me importa que estemos en medio de un supermercado con una mujer enfrente mirándonos como si tuvieramos diez brazos.

una sola exhalación ; ғrerαrdWhere stories live. Discover now