Prólogo.

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Es una noche lluviosa en el orfanato, me encuentro saliendo de mi habitación para dirigirme hacia la puerta principal, el miedo me invade en el momento; si la superiora me encuentra despierto me castigara de nuevo en el sótano, me acerque con mucha cautela hacia la puerta, pero al abrirla me percaté de una luz proveniente del pasillo de las habitaciones, es... la superiora, salí lo más silencioso posible para más tarde correr hacia la reja de la entrada, en ese momento escuche un grito que provenía de la puerta de aquel gran edificio.

- ¡Nethan Philipson, vuelve de inmediato! –grita hacia mí, mientras se iba acercando cada vez más.

Al saltar la reja corrí lo más rápido que pude para perderme de aquel lugar, no importa el barro que llegue a acumular en el camino, con tal de desaparecer de aquel lugar. Desconozco el tiempo que ha pasado y me detengo al percatarme de una ciudad no muy lejana de donde me encontraba, así que decidido me dirijo hacia allí. Camine sin parar hasta que por fin llegue a la ciudad, me dispongo a buscar un lugar donde pasar la noche, pero ya es tarde y casi todo se encuentra cerrado; divisé una casa donde se ve una tenue luz, así que me acercó y veo por la ventana a una familia, se ven felices; se encuentran 3 personas, un hombre no muy mayor como de 35 años, una señora también no muy mayor de unos 30 años y por último un niño que aparenta la edad de unos 13 años, al menos parecida a la mía.

El niño vio que lo observaba, le comentó algo a sus padres y ambos me miraron, la madre desapareció de mi campo de visión, en ese momento escuche un ruido a mi costado izquierdo y de la puerta de la casa salen la madre con su marido e hijo.

-Hola, ¿Cómo te llamas? - viéndolo más de cerca pude detallar el rostro de aquel hombre, tiene unos ojos color café obscuro, el cabello negro, su cuerpo es algo fornido, y es alto a comparación de mi – ¿te encuentras bien? –habla sacándome de mis pensamientos.

-Sí, claro- respondí temeroso.

- ¿Te perdiste? ¿quieres que llamemos a tus padres? - vuelve a hablar el padre.

- no tengo padres...- disminuyó la voz al decir esto, al escucharlo los ojos de la mujer se cubren de tristeza..

-Ven, entra a casa con nosotros y nos explicas tu situación, es peligroso que te quedes solo a estas horas de la noche – me propone la madre; teniéndola enfrente detalló su rostro con delicadeza, tiene unos ojos muy bonitos de color avellana, el cabello castaño y suelto alrededor de su cara y de corto hasta los hombros. La verdad me inspira confianza solo que no me siento cómodo al convivir con personas desconocidas; sin embargo, entre a la casa, ¿qué es lo peor que puede pasar?.

Un viaje sin rumboWhere stories live. Discover now