Jarabi (#1 Mc Reyes Demonios)

Capitulo 15

Capitulo Editado

Maratón 3/5

Killian

Estamos esperando que el doctor venga ya que mi Bella está muy débil. En eso escucho la puerta abrirse y miro de quién se trata. Suspiro cuando miro al doctor.

—Salga de la habitación, le llamaré si necesito algo —me ordena y yo empiezo a negar.

—No, espere un momento, no le dejaré a mi Bella sola —le enfatizo desesperado. En eso entra Sarah, la vieja dama de un prospecto.

—Yo la cuido, prez, vete al pasillo —me dice. Tranquilamente asiento y salgo de mi habitación.

Minutos después

El doctor sale de la habitación y me mira serio.

—Alguien ha estado envenenando a su mujer, señor —me informa. Lo miro con pasmo.

— ¿Cómo dice? ¿Quién envenenaría a mi mujer? — pregunto enojado a la vez.

—Le hice un lavado de estómago para que vomitara todo lo que comió; tiene que tomar mucho líquido. Tengo la receta para que compre los medicamentos —dice serio. Me los entrega y asiento.

—Gracias, doctor —le digo y él asiente.

—Con permiso, me retiro —se despide y se va.

—Cain, Seinn, Sarah —grito, mientras que leo la receta. Enseguida vienen hacia mí.

—Cain, quiero las cámaras, que se pongan hoy mismo. Quiero también que averigüen quién es el traidor o traidora. Seinn, quiero a dos prospectos enfrente de la puerta de mi mujer, nadie puede entrar o salir excepto yo o Sarah. Sarah, estarás al tanto de mi mujer, confío plenamente en ti; también quiero que vayas a la farmacia y compres estos medicamentos —ordeno con seriedad. Todos ellos asienten y se retiran. Me doy la vuelta y abro la puerta de la habitación, miro a mi mujer que está con los ojos cerrados y pálida. Estoy destrozado al verle así, sin ella no puedo vivir. Me acerco más hacia la cama de ella, me acuesto en el otro lado de la cama, entrelazo nuestras manos y me duermo.

Horas después

Siento que alguien me observa, abro mis ojos y me encuentro con mi Bella despierta.

—Hey, hola —dice con una voz débil.

—Bella, pensé que te perdí —le digo con una voz entrecortada.

— ¿Qué pasó? —pregunta confundida.

—Nada, Bella, lo importante es que estás bien —le calmo acariciando su pelo y mirando sus hermosos ojos.

—Te quiero, Killian —me dice. Mi corazón se acelera mil por hora por la confesión que mi Bella está haciendo.

—Yo a ti, mi Bella —le digo. Me acerco más a ella y la beso. Escucho la puerta.

—Adelante —digo.

—Señor, ya encontramos al culpable. Qué bueno que ha despertado, señorita —dice Cain y se retira.

—Killian, dime qué me pasó y por qué dijo eso Cain —me insiste con los brazos cruzados, signo de que está enojada.

—Te envenenaron, encontramos al culpable. Eso es todo lo que voy a decir. Ahora tienes que descansar, Bella —le digo mientras me paro de la cama. Pero ella agarra mi mano.

—No te vayas, no quiero estar sola —me suplica.

—No me iré bella, estaré aquí contigo —le digo. Ella asiente y empieza a cerrar los ojos.

Minutos después

Salgo de la habitación de Bella. Veo que ya están los dos prospectos.

—No le dejen salir a Bella por ningún motivo, ella tiene que descansar, ¿entendido? —les ordeno. Ellos asienten con rostros serios y empiezo a caminar hacia el sótano.

Bajo las escaleras del sótano y miro que en la celda está Amuna, una culo sucio que siempre está detrás de mí.

—Así que tú eres la que me traicionó —le digo mientras me siento en una de las sillas para pensar en lo que le haré.

—No me hagas daño, por favor, Killian —me suplica llorando. Pero qué buena actriz.

—Es tarde para que lloriquees, perra, no te rompo la cara porque no golpeo mujeres —le aclaro—. Pero las viejas damas sí lo hacen —le aclaro de nuevo. Subo arriba y me voy hacia la cocina. Me encuentro con las viejas damas de los hermanos.

—Chicas, hay una culo sucio allí en el sótano, es Amuna. Hagan lo que quieran con ella y también que salga del club, no la quiero ver cerca de mi mujer —les digo. Todas van rápido al sótano. Escucho los gritos de Amuna y empiezo a subir las escaleras para ver a mi mujer. Abro la puerta de la habitación y miro que ella sigue dormida plácidamente. Me saco mi jeans, mis botas y mi remera. Me acuesto y entrelazo nuestras manos y duermo.