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Lunes, un día realmente deprimente para cualquier persona que odie madrugar y en general para cualquier humano corriente que no sienta agrado por despertarse a las siete de la mañana. Esa sensación de frío al despegar el cuerpo de la comodidad de una acogedora cama, nunca me ha gustado.

Un consejo personal; Evita poner tu canción favorita como alarma de madrugada, la terminarás odiando por el resto de tu vida y cada vez que suene, las ganas de lanzar el celular a volar por los cuatro vientos serán grandes.

Hoy me es aún más difícil levantarme de la cama al sentir la fría brisa apenas me destapo mezclada con la poca energía que he recargado al haber dormido mal.

Arrastro cada paso para obligarme mentalmente a ser productiva y avanzar con mi vida, desgraciadamente el futuro que quiero no se hará gracias al hada madrina de la cenicienta y un poco de bibidi babidi bu.

Es una lástima despertar en medio del sueño en el cual disfrutaba de un delicioso festín proveniente de reyes. Era la mismísima gloria. Intento recordar los sabores ficticios que tenía en aquel sueño, pero solo queda el típico deje a ayuno.

Apenas me asomo por el pasillo para ir a bañarme y hacerle saber a mi cuerpo que es momento de tener una vida, diviso al otro lado del pasillo a mi hermano con intenciones de ir al mismo lugar. Es aquí donde insertamos música del viejo oeste y un plano en colores sobrios.

Porque esta, es una pelea de miradas y rapidez que definirá quién utilizará el baño primero. ~Rutina de cada mañana~

Vivo mañanas de tensión junto a este ser del paleolítico.

Cierro mis puños buscando la forma de ganar en rapidez, Tae es notablemente más veloz que yo, pero la agilidad le hace falta en este caso, así que tengo un mínimo de ventaja de mi lado.

De un segundo a otro salgo disparada en dirección al baño, pero mis segundos de gloria duran poco al sentir toda su masa corporal sobre mí y digamos que su peso más mi debilucha fuerza no combinan bien para que continúe en pie, sometiéndonos enseguida en una lucha de fuerza y manotazos torpes.

En un movimiento que me toma desprevenida, él logra ponerse en pie y seguir la carrera hacia el baño.

Me acomodo enseguida, lista para gritar a los cuatro vientos mi derrota de forma dramática arrodillada en el suelo, pero apenas volteo, lo veo parado en frente de la puerta con una cara estupefacta.

—¿No vas a entrar? —señalo dudosa la puerta del baño, pensando que lo primero que vería, sería a mi ejemplar hermano mayor sacándome el dedo medio como su triunfo por haberme ganado para luego cerrar con pestillo el baño.

—SeYun... —habla con perplejidad sin quitar su vista de la puerta—, él-

—¡Listo! —la aguda voz del pequeño clon suyo suena al otro lado. Y es ahí cuando nos damos cuenta que un infante de cuatro años nos ha ganado la gran batalla del viejo oeste.

Y para peor, acaba de dejar su bomba apestosa en el baño. Siempre que termina de defecar es necesario poner un cartel de advertencia que diga: Tóxico.

No sé cómo es posible que un adorable niño de apenas cuatro años pueda ser tan apestoso a la hora de defecar.

—¡Vas tú!

Recordando que con su corta edad y dificultad motriz aún no sabe limpiarse a sí mismo, apuntó a el responsable de mi derrota mientras me preparo para salir corriendo y salvarme de la toxicidad que será entrar a aquel baño.

—¿Eh? —al parecer me he salvado, ya que con la torpeza pero rapidez que bajé las escaleras, logre alejarme lo suficiente como para que Taehyung dejara de dar quejas de desacuerdo.

B i g  B o y      © (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora