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Termino los últimos detalles dejando la cocina limpia de una vez por todas, esos botes sin fondo arrasaron con toda la olla de fideos sin dejar siquiera un diminuto pedazo de pasta en ella.

Por suerte me ha quedado tiempo de sobra para utilizarlo en mí.

Gracias a mis nervios logré acabar con todos los deberes antes de tiempo, algo de ventaja saco de mi instinto natural de 《Karen》.

Me dirijo entusiasmada al salón de juegos, hoy mis ganas no son para devórame una película que me cause convulsiones de emoción, tampoco para leer un buen libro, hoy decido echar una buena partida de billar por más que sea un asco en el juego, en mi defensa es divertido y relajante.

Apenas entro al extenso cuarto, ambientaliso el lugar con buena música de fondo, preparo mi taco preferido y las quince esferas dentro del triángulo. Soy una notoria maniática para todo esto, pero me aseguro que todo cuadre realmente a la perfección antes de comenzar.

No soy de las mejores pero disfruto ver la perfección con las que las esferas van entrando a las cuatro esquinas mediante el juego avanza.

Lista para dar comienzo a mi partida en solitario, analizo mi ángulo afinando la vista en tan solo ese perfecto triángulo, apuntando sutilmente con mi taco lista para empujar de forma majestuosa la pelota en blanco.

—¿Juegas sola? —me muerdo la lengua al sentir que mi soledad y paz se derrumban como una torre en demolición.

Solo un momento de paz te pido ¿y nada?

Miro ligeramente hacia el costado en donde me encuentro a Jungkookapoyado en el umbral de la puerta cruzado de brazos mientras espera una respuesta de mi parte.

—Sí —intento ignorar su presencia, pero es como intentar evadir a un profesor que observa de forma juzgadora tu ejercicio matemático a mitad de un examen: ¡Imposible!— ¿te importaría? —pierdo la postura al sentirme incómoda bajo su insistente mirada.

Me enderezo para desafiarlo en una lucha silenciosa de miradas, pero acabo en la rendición después de sentir extorsión mediante su fanal vista.

—Voy a jugar contigo —decidido se va a por un taco sin esperar una afirmación de mi parte.

—Ya claro, se podría saber ¿quién te ha invitado?

—Yo —me sonríe cómo si nada y prosigue— ahora mismo me he mandado hasta la tarjeta de invitación.

No puede ser más pesado.

—¿No deberías estar junto a mi hermano y los otros dos chicos jugando con sus juegos como una manga de embobados? —busco una y mil maneras para evitar a que se una en esta partida, la cual planeaba que fuese completamente s o l i t a r i a.

—Debería —se voltea hacia mí con el taco en mano, caminando con determinación y seguridad. Al quedar enfrente de mí se agacha acortando su altura hasta solo quedar a pocos centímetros de altura—, pero no quiero —sonríe complacido al ver mi cara de gran molestia ante sus estúpidos y escasos argumentos para corromper mi paz.

—De seguro perderías —en un intento de jugar con su competitivo orgullo, saco a flote el tema sabiendo que yo misma me estoy exponiendo al fracaso—, estarías enfrentándote a la Reina del billar.

Cof-Cof, miento Cof-Cof.

—¿Quieres apostar? —se apoya en el borde de la mesa alzando sus cejas con diversión—, estás a punto de jugar con fuego en tus manos Kim, te lo estoy advirtiendo.

—No le temo al fuego —me apoyo sobre mi taco desafiando sus amenazas, aunque por dentro me tiemblan los huesos ya que sé claramente que me depara una derrota realmente humillante— es más, te invito a una ronda de apuestas.

B i g  B o y      © (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora