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Mi orgullo se siente brutalmente traicionado por lo que estoy por admitir, pero Jungkook  realmente resulta ser mucho más útil que Taehyung a la hora de cooperar con los preparativos.

Acarrea cosas que mamá le encarga con una sonrisa y facilidad impresionante, mientras que Taehyung sigue preguntando a todos los que pasan por su lado, si el cartel está derecho o aún sigue ladeado; y para mayor desgracia está aún más ladeado de lo que se veía en un principio. 

Mamá no ha querido decir nada en compasión a su gran esfuerzo por ayudar, pero mis ganas de ir y quitarle el cartel de las manos para hacerlo yo misma, realmente me comen la cabeza.

El timbre vuelve a sonar y como lo he hecho todo este rato, soy yo la que va a abrir.

Apenas giro el pomo de la puerta, los brazos de la señora Jeon  me rodearon abrazándome con una fuerza abruptamente brutal.

—¡SunHee cariño, luces estupenda! —se aleja de mí para apreciar mi desastroso estado post instituto con una sonrisa abierta, como si mi uniforme no estuviera más desaliñado de lo que se puede encontrar.

Me besa la mejilla y pasa lista para saludar con el mismo ánimo a mamá y a los otros simios de la casa.

Acto seguido, la imponente e intimidante figura del señor Jeon  se presenta frente a mí, saludando con la característica formalidad y elegancia que tiene desde que tengo memoria.

[...]

Todos interactúan o hacen algo en espera a que mamá de la supuesta señal de alerta con respecto al cumpleañero que esperamos sorprender.

La comida se ve realmente tentadora, no sé cómo he logrado contener las ganas de agarrar todo y devorarlo en un solo bocado, creo que es gracias a que si mamá se llegase a enterar que he devorado todo antes de que papá llegue, seguramente me quema viva en su horno de último modelo y aunque no lo parezca, aún aprecio mi vida como para morir al estilo Hansel y Gretel.

Me distraigo de mi sufrimiento mental apenas oigo el anuncio; Están llamando a papá para saber por dónde se encuentra.

—¡Hola, cariño qué tal todo! —observamos expectantes con cautela de no hacer ruido alguno—. Que alegría, por aqui todo bien, excelentemente bien, no puedo estar más increíble —mamá se muerde las uñas gracias a las ansias creyendo que su manera y tácticas para pasar supuestamente desapercibida son de lujo— ¿por dónde vienes?... ¡Oh, en cinco minutos más estás acá, solo cinco minutos! —termina gritando la última frase para anunciar al resto como si ya estando al lado suyo no fuese suficiente para escuchar claramente—. No hay problema, te veo luego, si, si ¡Adiós! —cuelga tomando una bocanada de aire luego de tanta tensión— ¡Todos a sus escondites!

Espera, ¿Desde cuándo esto se convirtió en las escondidas?

La nueva noticia me pilló desprevenida, no sabía que esto requería de un escondite. No tenía ninguno preparado con anticipación, así que utilizo el más fácil que divisan mis ojos, la vieja casita del árbol.

Ya que el cumpleaños se realiza en el jardín, será fácil esconderme allí y ver de cerca lo que sucede. Corro acelerada a mi puesto subiendo con torpeza las escaleras fallando torpemente en momentos al dejar caer mis pies en ciertos huecos entre los espacios de los delgados escalones.

—No puede ser —miro mis piernas sintiendo el pequeño y molesto dolor que causa el roce de las astillas—, no otra vez...

—¿No tienes un límite, Kim? ya estropeaste mi pelota y ahora vienes para arruinar mi escondite, ¿que más tienes para arruinar? —al escuchar su voz, los ánimos de buscar un escondite se me van al subsuelo junto con con la poca tolerancia que ya se me venía formando una vez recordé el trabajo que me va a tomar remover las molestas astillas.

B i g  B o y      © (fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora