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Rebecca Pov

Estaba en mi casa leyendo. Valería había salido con unas amigas, me pareció extraño, es algo que no realiza con frecuencia, pero no le tomé mucha importancia.

Seguí leyendo, hasta que sonó mi celular.

Miré en la pantalla y era Lau, ¿qué querrá ahora?

— ¿Qué quieres?— pregunté

—Qué genio, parece que no te han dado— rodé mis ojos.

—Ya y qué más.

—Ven al bar de siempre.

—No, gracias. Estoy muy tranquila leyen...— no pude terminar de hablar, cuando mencionó que estaría Sara en busca de conquista. Acepté inmediatamente, o sea, debía ver con quien saldría, es mi asistente y debo preocuparme por ella. Y además ¿cómo conquistaría, si era un bar gay?

Llegué al lugar, las vi sentadas en una mesa y fui hasta ellas.

Sonreí cuando miré a Sara, que bonita es, nunca me cansaría de pensarlo.

Preguntaron por mi presencia, y obvio que... si, mentí, no dije la verdadera razón por la que acepté venir.

Casi cae mi mandíbula, ¡¿Sara se siente atraída por las mujeres?! Me parecía imposible. Yo podría tener una oport...

Qué demonios pienso.

Lau seguía molestándola, hasta que apareció una tipa, ni siquiera es guapa, bueno algo: rubia, cuerpo de infarto, ojos verdes brillantes. Sí, es hermosa la estúpida.

Cómo se atreve invitar a bailarla, quería matarla, no sé cómo me contenía. Más cuando Sara acepta, ¿qué demonios hace?

Las veía bailar; la estaba pegando a su cuerpo, es una aprovechada, y Sara lo permite. Miraron hacia mí y no les quité la mirada no me importaba lo que pensaran.

—Oye, deja de verlas, las vas a matar.

—Cállate— no me enfriaba ni el polo norte. Ardía de, de... no sé qué mierda me pasa.

—Si vas a estar con esa cara, mejor vete amiga. Sara necesita relajarse, conocer personas, no ha sido nada fácil darse cuenta de lo que era sintiendo y no ayuda que tu estés con esa cara. Pensará que estás celosa o que no te agrada verla con otra mujer. Ella necesita seguridad, sentir que lo que hace no está mal.

Bajé mi mirada, tenía razón, mi presencia solo incomodaba a Sara haciendo el ridículo, no somos nada y jamás lo seremos.

Me levanté, decidida a irme.

—Tienes razón, no fue buena idea venir.

—Esta vez, no te detendré. Haces bien— me sonrió y yo le devolví la sonrisa.

—Pero, cuídala, por favor.

—Ya está grande para que se cuide sola. Becky, pareces su mamá, déjala vivir, disfrutar los placeres de la vida, de las mujeres. Creo que esta noche tendrá su primera vez. Esa mujer va con todas. — Escucharla, fue como una patada al estómago. Mi cuerpo vibró, mi pecho se oprimió.

Qué demonios me pasa.

—Lo que digas. Nos vemos.

Mejor salía pronto de aquel lugar, no quería seguir viendo a ese par de mujeres, en cualquier momento las hubiera separado y no habría tenido explicación alguna que dar de mi reacción.

Subí al carro, pero algo me detenía, no podía irme de ese lugar, no podía o no quería. Mi mente imaginaba tantas situaciones. ¿Y si trata de propasarse? ¿Y si es una secuestradora?

El amor no conoce de géneros (Historia Completa En Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora