Uno

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Sus ojos se abrieron lentamente, intentando identificar donde se encontraba, restregando sus manos contra ellos para poder aclarar su vista.

Pronto identifico el lugar como su propio cuarto, y un sonido irritante llegó a sus oídos, supo entonces que aquello había sido lo que había interrumpido su sueño.

Llevó su mano hacia su pequeño buro que se encontraba a un lado de su cama, tomando su móvil para después contestar la llamada.

Adrien, son las ocho de la mañana, tus clases comienzan en una hora y debías estar listo hace quince minutos para que pudieras desayunar a tiempo — Escuchó la voz de Nathalie, la asistente personal de su padre y aparentemente su niñera a tiempo completo, a pesar de no ser ya un niño. Hizo una mueca cuando comenzó a recordarle el horario de sus clases extracurriculares — Hoy las clases de piano se han cancelado por petición de instructor, así que desde las cuatro de la tarde tienes tu día libre —.

Una sonrisa traviesa apareció en su rostro, levantando su mano al aire.

— Gracias, Nathalie, bajaré en cuanto esté listo — Y al recibir una despedida de parte de la mujer, colgó.

Un sonoro bostezo salió de su boca, logrando que sus ojos se llenaran de diminutas lágrimas por aquella repentina acción.

— Oh, creo que la pequeña princesa se levantó de buen humor esta mañana — Una pequeña y rasposa voz sonó a su espalda, él solo logró bufar en señal de desesperación.

Una criatura completamente negra se había posado sobre su cabeza, estirando su pequeño cuerpo sobre él.

Era su Kwami, la criatura que se encontraba conectada al anillo que su padre le había confiado y que posteriormente gracias a él pudo saber que las joyas tenían un nombre en específico; Miraculous.

Llevaba con él desde el momento en el que se había colocado el anillo, eso ya hacía ocho meses atrás.

Donde el terror de París había comenzado.

El plan era simple, comenzar a sembrar caos y terror en la ciudad de una manera poco convencional y de forma extravagante para poder llamar la atención de quien custodiaba los pendientes, pero hasta ahora no había funcionado.

Las primeras veces para él habían sido completamente difíciles, simplemente se sentía incapaz de hacer cosas que pudiesen lastimar a personas inocentes o por otro lado crear una ola de terror, pero los ojos de su padre se encontraban sobre él, además que era para un fin bueno; Por su madre.

Al pasar el tiempo comenzó a notar que aquello se le comenzaba a dar y pronto se dio cuenta que lo disfrutaba de una manera extraña.

Era catalogado un villano, e incluso en ocasiones se preguntaba si por disfrutar el crear un poco de caos en realidad lo era.

En ocasiones podía sentir algo de miedo sobre sus propias acciones y como había cambiado drásticamente, preguntándose si seguía haciendo aquello por su madre o por su propio deleite personal al crear algo de locura.

Poco a poco podía sentir como necesitaba más, y como la calidez que sentía en su interior se apagaba.

— Estaba de buen humor — Puntualizo él, levantándose para poder tomar una ducha.

Aunque, tampoco es que tuviera mucho tiempo para pensar en aquello.

Era una especie de villano, y solo debía pensar en su objetivo final.

[...]

Y ahí estaba de nuevo, intentando imaginar que todo en su vida era completamente normal a pesar de que su rostro se encontraba esparcido por todo París, siendo el angelical modelo juvenil o como la destrucción, como simplemente solía llamarle la población.

No un villano [Miraculous Ladybug AU]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant