Despertar

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I.

La traición dolió como una fractura expuesta, tan física y horrible que apenas fue capaz de aferrarse del marco de la puerta. No hubo tiempo para razonar el porqué o en qué demonios pensaba su hermano cuando decidió cogerse a su cuñada en su propia cama, en un horario en el que obviamente él llegaría para descubrirlos. No meditó lo evidente de la trampa o la sonrisa felina y cruel que el chiquillo le propinó al verse descubierto.

¡Thor!— chilló la mujer roja de vergüenza o de placer, quien sabría, después de todo Loki no reparaba en continuar la faena —No es lo que crees— rogó intentando soltarse del nido de serpiente que el menor tan bien había tramado. Su piel blanquecina estaba por todas partes, mezclada obscenamente contra la de su prometida (o exprometida como se estaba planteando ahora) indispuesto a dejarla ir.

Oh, querida, pero si es justamente lo que cree ¿No fuiste tú quien me juró amor eterno hace un par de minutos? ¿O tal vez, planeabas jugar con los dos al mismo tiempo?— de inmediato la dulce mueca dibujada en su rostro cambió por una glacial —Lamentablemente, no soporto a mujerzuelas avariciosas y aburridas. Toda tuya, hermano.

Con una propiedad indignante, la empujo lejos de su cuerpo, y lentamente se levantó de la cama, caminando completamente desnudo frente suyo. Thor de inmediato le recorrió con la mirada sintiendo como el dolor en sus entrañas y su garganta amenazaban con hacerle vomitar. Arañazos, fluidos y marcas de lujuria se dejaban ver con toda propiedad.

Loki le devolvió la mirada sonriéndole con arrogancia.

¿Me dejarías pasar, querido hermano? Odio oler a puta barata.

Thor no se movió ni un solo centímetro desde la puerta aguantando la creciente ira que se apoderaba de él bullendo su sangre y cada partícula de su ser. Dolía tanto que apenas y le entraba el aire, pero era incapaz de pensar en absoluto, de moverse o gritar. Seguía en pánico, aturdido por la escena que seguía sin procesar.

El hermano que siempre le causó problemas, que disfrutaba de sus bromas a expensas suyas, el que con los años se había convertido en un terrible adolescente, no podía ser ese monstruo manipulador que le sonreía como si no fuera él quien acababa de destruir sus sueños.

¡Thor, perdóname! ¡te juro que todo fue culpa de Loki! Fue él. Él me engañó con sus mentiras. No sé en qué pensaba, pero te juro que te amo, Thor por favor. Tienes que creerme— chillaba la mujer desde la cama, intentando cubrir torpemente su infidelidad con el edredón. El menor lanzó una corta carcajada.

Oh, querida. Deberías saber perder— a lo que volvió a intentar apartar a su hermano de la puerta sin lograrlo —Y tú, deberías escuchar a esos estúpidos amigos tuyos cuando te aconsejan.

Thor cerró los ojos, Loki disfrutaba sádicamente de robarle todo lo que amaba, había sido así desde siempre: sus juguetes, sus mascotas, el amor de su madre, pero jamás le había importado, no hasta ahora.

¿Tanto así me odias, Loki?— susurró con la voz cortada, sintiendo como una lágrima traicionera le bordeaba la mejilla.

Oh, Thor. No tienes idea.

Sintió el crujido de su corazón antes de hacerse pedazos, aquel día no solo había perdido al amor de su vida, sino también a su hermano.

Ya veo.

Todo se volvió nuboso a partir de ese punto, solo sabía que de un momento a otro su puño había azotado la suave piel de la mejilla de su hermano, y segundos después caían por las escaleras, para terminar en algún momento inmovilizado por la policía, sintiendo como lentamente su conciencia se desplazaba a un punto remoto. Él se dejó hacer, después de todo, tras desvanecerse la pena, sólo quedaba un hondo vacío.

Volviendo AtrásWhere stories live. Discover now