Descubrir

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I.

Amnesia postraumática, eso habían dicho los médicos y las conversaciones que Loki tenía por los pasillos. Parecía de telenovela, pero menos divertida y más preocupante de lo que creía. Tal como el médico había señalado, se había dado un golpe casi mortal en la cabeza, y ese daño era el mínimo esperable, no es como si él o su autoproclamado hermano estuvieran muy contentos con tal respuesta.

Habían logrado calcular el nivel de perdida a diecisiete años desde su último recuerdo, uno del que Loki apenas y tenía noción. Thor tuvo que insistir bastante con el nombre de la exprometida para que él pudiera recordarlo.

—Han pasado siglos— se quejó —¿siquiera tienes una idea de cuántas parejas has tenido desde entonces? Te aseguro, que necesitaría un contador para recordar la cantidad, ni pensar en sus nombres.

Thor seguía como estúpido esperando que alguien saliera burlándose de él a lo cámara oculta. Después de pasadas dos horas ya no le estaba resultando gracioso, entrando en una especie de pánico y petrificación. Desde muy pequeño le habían fascinado las películas de viajes en el tiempo y cosas por el estilo, pero vivirlo o sentirse así en tu propia vida no era nada grato. Estaba desorientado, perdido y sumamente incrédulo por lo surrealista de la situación, más cuando el hermano que recordaba parecía ser tan amable y dedicado con él. Era para no creérselo, pero se negaba a perder el control y salir corriendo de allí, en especial porque ya se sentía bastante en deuda con el pobre que había pagado ese carísimo cuarto de hospital de última generación.

Por supuesto, su hermano no se había tomado la noticia con tanta calma como él. Gran parte de la mañana se la había pasado gritándole al tal Dr. Strange como si fueran conocidos, maldiciendo a los cuatro vientos a un tal Fury, lloriqueando en los pasillos y regresando para dedicarle miradas llenas de desazón para repetir el ciclo una y otra vez. Cuando se cansaba de eso, comenzaba a culparlo a él, enlistando una serie de carencias que le habían puesto en esa situación como su falta del instinto de preservación o exceso de bondad (que para él casi sonaba como un cumplido) pero lo que más llamaba su atención es que después de todo ello, comenzaba a disculparse con palabras dulces y sonrisas cálidas.

Sí, Loki, ese maldito que se había acostado con su prometida en su jodida cama, ese que nunca se disculpaba por nada, ese que jamás en toda su vida le había dedicado una palabra amable. Ese Loki.

Si Thor estaba tan tranquilo, era precisamente porque era incapaz de salir del estupor inicial.

—Deberías descansar— le sugirió pasada la tarde cuando Loki no hacía más que mirarle fijamente desde una silla muy cerca suyo —Luces terrible.

—¿Y de quién crees que es la culpa?— gruñó huraño, estirando su columna en un sonido nada grato —Llevas aquí casi una semana. Nos hemos estado turnando con tus amigos y gente del trabajo para cuidarte, pero ya sabes. No me gusta compartirte demasiado.

Thor abrió los labios sin saber que decir, nunca había escuchado tal cosa provenir de su hermano. Sonaba casi cariñoso.

—Yo no, en realidad no lo sabía.

Las mejillas de su acompañante se tiñeron de granate, y de inmediato le dio la espalda, observando hacia la ventana, como si ver la total oscuridad de la noche fuera lo más interesante del mundo.

—Strange dice que es muy probable que vayas recuperando tus recuerdos a medida que pasen los días. Incluso si no es así... todo estará bien. Lo prometo.

Poco después, se durmió en el sofá de la habitación casi al instante. Lucía agotado, pero también mucho más sereno y el mayor prefirió dejarlo estar.

Volviendo AtrásWhere stories live. Discover now