COBARDE

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Puedo entender tus manos, y tus labios bien cerrados como si estuvieras esperando una puñalada y no quisieras gritar. Te paras cerca de la puerta y no es por dar la bienvenida, es porque la huida es la solución para un soldado traumatizado por la guerra. Tu conciencia es más por el miedo que por la adrenalina, y te la pasas imaginando un salto hacia tu herida más profunda. Una salida iluminada no es tan mala como ser el centro de atención, porque sabes que son demasiados tus demonios. Podría decir que te conozco, pero detrás de los libros es difícil ver tus ojos. Déjame observarme en tus pupilas. ¡Sé que estás muriendo con tanta vida! Pero entiende que no sirve de nada correr si te está sobrando camino. Creas en el destino o te parezca una bobada, entiende que hay finales que no valen la pena, ni en tus poesías. Estas tragándote las estrellas y cortando el intestino, pero, ¿de qué sirve querer brillar por dentro en una ciudad oscura? Si no vas a compartir tus lágrimas, mejor no te llenes de agonía. Niña, nena de mamá, ignorante entre sus letras, sobria entre las flores, idiota. Mentirosa acerca de las cicatrices del corazón porque sangras sangre negra, a tinta antigua, pálida en la experiencia. Tanta patria en tus nudillos, ¿y te rehusas a sostener la mirada? Y todo eso que extrañas es sólo porque recuerdas quién eras durante esos discursos. Has perdido la voz no por ser callada, sino por poner primero la de otros y tu prejuicio a los sollozos. Tus peros son perros falderos en tu forma inacabada y las mordidas solo sirven como excusa. Cuánta gente se ha levantado con menos peso en la espalda, y tú sigues acostada. Dime que el sufrimiento es relativo, pero sabes que haces todo por no relacionarte. Y estás aislada. Y sé que te duele... pero entiende
que esa
es la puñalada.

CRISISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora