twenty two: sicheng.

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— Sicheng.— musitó Yuta, haciendo que el nombrado se de vuelta, observándolo con sus ojos azabache, analizándolo desde lo lejos. Se veía diferente, ahora estaba rubio, y vestía ropas de color rosado. Nunca lo había visto usando ese color antes. Yuta apuró el paso, dirigiéndose hasta dónde se encontraba el chino, para luego empujarlo con todas sus fuerzas, haciendo que él se caiga encima de una de las lápidas. — ¿Dónde mierda estuviste todos éstos años?— se arrodilló para tomarlo del cuello de su suéter, levantarlo del suelo, y haciendo que el vuelva a caer. Una y otra vez.— Cinco años Sicheng... Cinco.

— No te enojes, iba a volver después de arreglar unos temas.— dijo, casi sin aire.

— ¿Unos temas? ¿¡Unos temas!?— Yuta dejó salir el aire por su boca, miró hacia el cielo, y luego le echó una mirada al chino que tenía tirado en el suelo.— Mucha gente dice "no muerdas la mano que te da de comer"... Vos mordiste la mano Sicheng, ¡la mordiste!

— ¿Me dejas explicar lo que pasó?— Yuta lo soltó de la manera más desinteresada, se levantó del suelo y le extendió su mano para ayudarlo a levantarse.

— Explícame... Explícame porque no logro entenderlo.

— ¿No querés ir a otro lugar? ¿un café o algo?

— No, quiero que hablemos acá. Hyejoo igual merece una explicación.

— ¿Por qué? ella no estaba cuando yo me fuí...

— Tal vez le hablé mal de vos todos éstos años, tal vez no.

— ¿Qué?

— ¡Dije tal vez!

— No importa.— dijo, sentándose al lado de la lápida de Hyejoo.— Les debo a ambos una explicación, entonces.— Yuta asintió.— Está bien, lo que pasó fue lo siguiente; ese día, hace cinco años, me llevaron a una comisaría porque Dongyoung, Yoonoh y ese grupo había llamado diciendo que yo era un asesino serial; les hablaron de mi hermana, de mi primo, de Taeyong y también me inculparon por Hyejoo. No quise preocuparte, así que hice lo posible para sacarte de todo éste lío y que los oficiales no te molestaran. Hubo un juicio, me desligué de Hyejoo porque fue a hablar mucha gente en mi defensa, desde el farmacéutico que le vendió las pastillas, hasta su aparente psicóloga. Hyejoo sufría de depresión, y muchas otras cosas.
Para hacer la historia corta; la corte falló a mi favor por falta de pruebas, me declararon como inocente y ahí terminó todo. Pero mi madre decidió que era mejor volver a China hasta que se solucione todo, y así ella y mi padre tenían más tiempo para pensar.
Te pido perdón de todo corazón, nunca quise abandonarte, pero no tuve opción; me obligaron a irme y a no decirte nada para no herirte más.

— Pero hacer eso fue peor.— dijo Yuta, con lágrimas en los ojos.

— Lo sé, cariño... Lo sé.— Sicheng lo abrazo, mientras las lágrimas recorrían su cara.— Te extrañé muchísimo, y ahora nada ni nadie nos va a lograr separar, ¿sí?— habló, mientras acariciaba sus mejillas. Yuta asintió.

— Sicheng...

— ¿Sí?

— Te amo.— el chino lo miró a los ojos, sonrió y susurró un "yo igual", para luego pegar su frente con la de él, y callar el llanto de ambos en un muy esperado beso.

Ese día ambos se volvieron inseparables, lograron superar los traumas del pasado con la ayuda mutua, y se prometieron ser felices con su propia compañía.

schizophrenia ★ yuwin Where stories live. Discover now