Capítulo 50: El episodio de la fiesta patronal

20 3 1
                                    

Por la mañana del domingo nos levantamos un poco más temprano de lo habitual, aunque eso solo aplicaba para mi familia y para mí porque todos en Yatareni acostumbran levantarse temprano.

Para ese momento ya todo el pueblo estaba muy activo.

Durante todo el día las campanas de la iglesia repicaron, pudiéndose escuchar por todo el pueblo, los cohetes eran lanzados al cielo con más frecuencia, a tal grado que a ratos el aire se llenaba de un olor a pólvora.

Desayunamos temprano y nos dirigimos a la iglesia, ahí ya varias personas estaban esperando para comenzar con la procesión.

Otras personas estaban acomodando el lugar donde sería más tarde, la comida comunitaria, es decir, un banquete que se celebraría después de la misa del obispo, por eso mismo, había muchos cocineros y personas preparando toda la comida.

Y entre ellos estaba también la madre de Gibrán coordinándolo todo.

Había también algunas personas que estaban terminando de adornar la iglesia.

Después de unos minutos, todo el pueblo se reunió en torno a la iglesia.

Como era demasiada gente asumo que, literalmente, todo el pueblo estaba ahí.

Esperamos a que llegara el obispo y entonces, la procesión comenzó.

Caminamos por las calles principales del pueblo, pasando por donde estaba el colorido tapete de aserrín que habían puesto días antes, el cual, ya después de aquello ya no importaba si seguía ahí.

Esta procesión estaba compuesta primero, por una banda de viento, al parecer originaria de Yatareni, que armonizaba el desfile con música de banda, y algunas canciones más conocidas.

Una de las que pude identificar era La Sinaloense, y después, todas las canciones que tocaban eran de ese mismo estilo.

Eran acompañados por personas que cada cierto tiempo se adelantaban y lanzaban cohetes al cielo.

Después de este grupo avanzaban, primero los monaguillos de la iglesia que llevaban, entre otras cosas, velas y un copal con incienso, inmediatamente seguía el obispo de Sayula, vestido solemnemente, era acompañado por el sacerdote de la iglesia de Yatareni y por otros sacerdotes, ministros y diáconos del pueblo. Todos vestían de blanco, excepto el obispo que vestía de rojo.

De inmediato seguía de cerca una camioneta completamente adornada a tal grado que en un inicio no la identifiqué como tal, se movía a la misma velocidad a la que caminábamos.

En la parte del toldo, se encontraba un grupo de personas que llevaban un altar bastante bonito y muy decorado, hecho completamente de madera y realizado para la ocasión.

Dentro, había una vitrina con la figura del santo patrono de Yatareni.

La camioneta también iba equipada con un equipo de sonido desde el cual el sacerdote, con micrófono en mano, coordinaba las oraciones, cantos y alabanzas para que todos lo oyeran.

Y finalmente, conformando la parte más extensa de aquella peregrinación, se encontraba el pueblo.

Hombres y mujeres, niños y ancianos, avanzando a paso lento, respondiendo a las oraciones del sacerdote, lanzando cada cierto tiempo una porra o un viva al santo patrono.

Yo estaba acompañando a mi madre, mi hermana y mis tíos. Los demás miembros de SPEED, también acompañaban a sus respectivas familias y estaban dispersos en distintos lugares de aquella procesión.

Duramos una hora caminando por todo el pueblo, y después de aquello, los personajes principales de la procesión, fueron los primeros en entrar en la iglesia.

Yatareni (PRIMERA VERSION)Where stories live. Discover now