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Decir que los cuatro días que llevaba en aquel lugar se le habían hecho rápidos y fáciles, sería una verdadera falacia. Se encontraba ligeramente fastidiado de estar allí, de que la arena se pegara en su piel y que tuviera que lavar y quitarse sus ropas mucho tiempo. Aunque, del mismo modo se sentía ligeramente realizado consigo mismo.

Y es que en esos cuatro días, se había dado cuenta que podía hacer muchas cosas que antes ni en sueños hubiera pensado siquiera en que existiera la posibilidad de que pasaran. Como cocinarse, lavarse, y pensar en muchas cosas sobre su misma vida y el mensaje que le había dejado Anfitrite.

—No entiendo muy bien ese mensaje...—Murmuró tocando de nuevo aquel pedazo de papel que llevaba días leyendo y pensando en las muchas posibilidades que la respuesta pudieran ser—. ¿Será una señal?

Miraba el enorme mar delante de él, dejándose envolver por la sensación que le transmitía. Era algo como que a golpe de mar, pecho sereno. Sonrió al pensar en el cálido pecho de TaeHyung abrazándole, en verdad que le extrañaba pero no se dejaría vencer las esperanzas de que el chico rubio fuera por él.

Confiaba en lo que las palabras de Anfitrite le transmitían, confiaba en TaeHyung demasiado.

Y él sabía que era cuestión de poco para que ambos pudieran reunirse de nuevo, para poder verse y quizá decirse lo mucho que se habían extrañado. Porque en verdad que él extrañaba a TaeHyung, esperaba que el capitán aquel de lengua viperina también le extrañara de el mismo modo.

Se negó a pensar de aquel modo, pues quizá la soledad de la isla en él estaba afectándole de ese modo. Tomó algo de aire y se paseó por la extensión conocida para él de la isla y un poco más adentro de esta, con la esperanza de conocer un poco más y ubicar posibles lugares donde habría más alimentos.

Y con la mente concentrada en recorrer aquella isla, el chico de cabellos castaños se dispuso a esperar otro día más en ese lugar. A velas partidas, sálvenos Dios y Santa María.




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El rubio se sentía más seguro de aquello que el mapa repetido que tenía entre sus manos estaba indicándole, pues algo en su corazón al saberse más cerca de aquel chico de cabellos castaños y sonrisa encantadora, se removía con fuerza.

Y el ambiente en aquel barco se había hecho más agradable, más tranquilo. Aunque en la mente del Capitán de cabellos rubios, un estribillo viejo se paseaba como si de un recordatorio eterno se tratara.

« No tomó a bordo sino un hombre vivo, cuando eran, al zarpar, setenta y cinco.»

Le parecía aquel estribillo muy dolorosamente adecuado a lo que había pasado con su pequeña tripulación de dos que hizo a parte con JungKook. Pues acaban de sufrir la pérdida del miembro más querido por el Capitán hace tan solo cuatro días.

Pero eso que había visto y vivido en carne propia, le había servido para darse cuenta de que aquellos filibusteros que eran todos ellos, eran tan insensibles como los mares donde navegaban. Y además de que, en todo el tiempo de la travesía hacía el chico de cabellos castaños, no había dejado de oír las voces de sus tripulantes que partiendo de la parte de la popa del navío, se elevaban en un diapasón bastante alto. Pero a decir verdad, su mente estaba preocupada realmente por otras ideas, que apenas había prestado el oído a escuchar de lo que fuera que hablasen.

Piratas ❀ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora