Capitulo 8

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Mikayla agitó la cacerola, muy contenta con sus esfuerzos. No era exactamente un chef de talla mundial, pero podría defenderse en la cocina. Y visto que Matt, John, y Peter no podría ni hervir agua por ellos mismos, era probablemente una cosa muy buena.

Por una semana, simplemente habían estado cuatro de ellos en la estación. Ryan y Ty habían despegado la mañana después de que ella se acostara por primera vez con Matt, y se había preocupado porque la oportunidad del momento había sido sospechosa, especialmente cuando tampoco habían dicho adiós. Pero Matt y John la habían tranquilizado diciéndole que el viaje había estado planificado adecuadamente antes de su llegada y los gemelos probablemente habían optado por no despertarla tan temprano por la mañana. Había intentado creer eso del mismo modo que se había preocupado por lo demás.

Lachlan y Brock estarían de regreso en algún momento en los próximos días, y comenzaba a sentirse un poco nerviosa y una pizca excitada. John y Matt le habían hablado tanto acerca de sus hermanos mayores que sentía como si ya los conociese. Matt incluso le había explicado el estilo de vida BDSM con el mayor detalle, sus ojos resplandeciendo con deseo mientras describía una cierta cantidad de cosas que Brock y Lachlan podrían querer hacerle a ella.

Tan extraño como parecía que, aun siendo la única mujer en la estación de ciencia, Mikayla estaba preocupada porque a Brock y a Lachlan no le gustara ella.

No era exactamente una persona sumisa. Aún cuando había sido enfrentada a la prostitución como su única opción para la supervivencia, exactamente no había ido calmadamente.

− Hola, Mik, - dijo Peter felizmente mientras pasaba por la puerta de la cocina. - Huele delicioso.

Ella levantó la mirada para sonreírle, pero él ya se había alejado. Al menos hablaba con ella. El hecho de que hubiera elegido llamarle Mik, una versión decididamente masculina de su nombre, sugería que estaba tratando de pensar en ella como uno de los chicos. Se preguntó si le funcionaba. Le había cogido observándola una vez o dos y sinceramente había esperado que la predicción de John se hiciese realidad. Era obvio que Peter acarreaba una buena cantidad de recuerdos dolorosos. Si nada más, Mikayla quería al menos intentar ayudarle a sobrepasar a la mujer que rompió su corazón.

Después de todo, a ella se le daba muy bien negar lo que había en su cabeza y su corazón. Había sabido desde el principio que se iría cuando su tiempo aquí terminara. En cierta forma se ocuparía del dolor y continuaría con su vida miserable y solitaria.

− ¿Quién eres tú? - Una voz brusca exigió desde la puerta.

John le había dicho que Brock y Lachlan eran hombres de gran tamaño, pero no le había dicho que eran robustos como montañas. Dos hombres casi idénticos con barbas llenas y piel enrojecida por el viento estaban en la puerta, llenando el cuarto pequeño. Mikayla repentinamente se sintió muy, muy diminuta.

Ambos parecían tan serios que necesitó dos intentos para encontrar su voz. - M...Mikayla, finalmente logró tartamudear.

El que estaba en la izquierda dio un paso más cercano, apretujándola contra el banco de la cocina. - ¿Por qué estás aquí, Mikayla? - Ella tragó nerviosamente, esperando que cualquiera de los chicos de aquí la presentara a sus hermanos. El hombre, Brock o Lachlan, ella no sabía cuál, se acercó incluso más, haciendo contacto con una punta del dedo áspero por su cara. Ella cerró sus ojos contra el toque extrañamente sensual y trató de encontrar la fibra que sabía que tenía.

− Estoy aquí para... - ¿Cocinar la cena? ¿Archivar su trabajo de oficina? ¿Obedecer cada orden suya? Una docena de respuestas diferentes atravesaron corriendo su cabeza hasta que un impulso pícaro se afianzó. Algo, no supo lo que, le decía que estos hombres ya sabían quién era ella y por qué estaba aquí. Sonrió traviesamente, miró el hombre delante de ella a los ojos, y dijo, esperanzadamente las últimas palabras que él esperaba, - Estoy aquí para ser azotada.

Los Hombres de Mik 1Onde histórias criam vida. Descubra agora