Capitulo 9

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− Ven conmigo, bebé.

Mikayla intentó esconder lo mucho que la afectaba la mano de Brock envolviendo su muñeca. Era casi como si en el momento en que Brock o Lachlan la tocaban de forma dominante se volviera tan complaciente como un gatito en la boca de su madre.

Ella se rió de sus metáforas absurdas, y Brock le dio una mirada inquisidora.

− Lo siento, - dijo ella, apenas logrando refrenar la risa nerviosa.

− Lo siento, ¿qué? - Exigió él severamente.

Ella no tenía ni idea de lo qué él quería decir, así es que se encogió de hombros ligeramente e inclinó su cabeza en duda. - ¿Lo siento, Brock? - Lo expresó como una pregunta y respiró por el alivio cuando él sonrió.

Él pasó la parte de atrás de su mano hacia abajo de su mejilla, y la ternura inesperada en su mirada trajo lágrimas hasta sus ojos. - Eso está bien, bebé. Normalmente, querría que me llamases Señor, pero con tantos hermanos, está bien saber que recuerdas con quién estás. - Ella asintió con la cabeza entendiendo. A ella le había preocupado eso mismo, pero los hermanos habían sido tan diferentes en su forma de hacer el amor que no había tenido problema acordándose de quien es quien.

Brock la condujo a su cuarto localizado cerca del de Lachlan. Ella apenas tuvo tiempo para echar un vistazo alrededor antes de que él levantara su vestido sobre su cabeza y le diera otra orden.

− Las manos atrás de tu espalda.

Hizo lo que él le pidió, un poco estremecida por la excitación y el miedo a lo desconocido. Él la ayudó a enlazar sus dedos, y con sus palmas calientes frotó sus hombros, alentándola hasta una posición arrodillada en el suelo.

− ¿Sabes algo sobre el BDSM, bebé? - Preguntó él a medida que se sentaba sobre la cama delante de ella.

Ella negó con la cabeza y contestó, - Sólo que parece que me gusta ser zurrada.

Él sonrió abiertamente y se inclinó hacia adelante para tocar su cara. - Sí, eso parece, - le dijo muy seriamente, - pero disfrutar una zurra y ser un buen sub no es realmente lo mismo.

Ella lo miró con un millón de preguntas atravesando corriendo su cabeza. Él sonrió y frotó un pulgar calloso sobre sus labios.

− La primera regla de un buen sub es mantener baja su mirada. - Sorprendida por ese comentario, se quedó con la mirada fija en sus ojos durante tres segundos antes de que se la ocurriese que estaba haciendo exactamente lo opuesto de lo que él esperaba. - Lo siento, yo...

− La segunda regla es nunca hablar a menos que sea contestando una pregunta directa. - Ella cerró su boca, mordiendo su lengua para controlar el deseo para hablar claro. La duda comenzó a taladrar a través de ella. Había crecido en la Tierra donde los hombres y las mujeres eran considerados iguales, y la idea de ser menos que eso no era muy deliciosa. Repentinamente, se encontró preguntándose si podría desempeñar esto del todo.

− Puedo ver la duda en tus ojos, bebé. - Ella intentó mirar hacia abajo, pero él todavía le sujetaba la barbilla con sus dedos, y rehusó permitirle romper el contacto visual. Ella quiso barbullar otra vez que lo sentía pero a última hora recordó que se suponía que no debía hablar. Su visión se desenfocó mientras ponía el máximo empeño en encontrar la manera de no decepcionarle.

− Yo...yo lo siento, - tartamudeó ella antes de darse cuenta del despiste recordándose que hace un momento había decidido no hablar, y lo había hecho de cualquier manera. Cerró sus ojos, pero a pesar de eso las lágrimas cayeron.

Brock se inclinó, ayudó a desengarzar sus dedos rígidos, y la atrajo encima de su regazo. La abrazó, meciéndose ligeramente mientras ella lloraba. Dios, como una mujer independiente y autosuficiente, odiaba derramar lágrimas, pero no podía hacer nada para detener su flujo. Brock simplemente la sujetó, rehusándose a dejarla ir cuando ella intentó salir.

Los Hombres de Mik 1Where stories live. Discover now