Capítulo 16. Seducción y venganza.

2.2K 92 29
                                    

- Te tienes que ir ya. – Me recordaba entre risotadas a la vez que forcejeaba con mis manos para intentar despegarme de su cuerpo con poco éxito. Me salí con la mía y conseguí un pequeño y corredizo beso. - ¡Para! – Exclamó. – Vas a meterte en un lío.

- Le diré a Adriá que el apretón era irrefrenable y ya está.

- No me puedo creer que esa haya sido tu excusa.

- ¿Qué querías que dijera? Aquí no te dejan sola ni para cagar. – Me despegué de ella y di un par de zancadas para acercarme a la puerta y sujetar el pomo. Aunque no me apetecía lo más mínimo, ya habíamos arriesgado demasiado y teníamos que volver a nuestros quehaceres. – La cagalera y la ayuda de Natalia han sido indispensables para llevar este plan a cabo. – Le expliqué forzando una voz seria que le diera dramatismo al asunto. – Por cierto. – Extendí el brazo para que agarrase mi mano y tiré delicadamente de ella. Con pasos muy cortos se fue acercando a mí. – Ya se te habrán pasado los celos por ella, ¿no?

- ¿Qué celos? – Su cara se transformó en indignación y no pude retener la risa. La expresión fue tan artificial que se veía a kilómetros que era interpretada. Yo misma había dudado de si el extraño comportamiento de la joven conmigo era a causa de eso o de otro motivo distinto, pero los últimos acontecimientos me habían confirmado que, efectivamente, estaba celosa. – No eres el centro del mundo, bonita. – Interpeló con retintín.

- No, claro que no lo soy. – Sin soltar el tirador de la puerta que ocupaba mi mano izquierda, di una sacudida rápida con la derecha, que seguía sujetando a Vicky, para que se acercara aún más. – Pero no me puedes negar que creías que Natalia y yo estábamos liadas y te daba un poco de envidia... - Me acerqué a su boca lentamente con la intención de robarle el aliento, y justo cuando estábamos a punto de rozarnos, cambié de rumbo para dar un lengüetazo en su mejilla, llevándome un guantazo en el brazo como castigo.

- Eres gilipollas. – Gruñó mientras se limpiaba. – No hagas que me canse de ti tan rápido.

Aunque su frase sonaba sentenciosa, a continuación, me agarró de las caderas y volvió a besarme, haciendo que las palabras que acababa de pronunciar perdieran todo su sentido. Le gustaba el juego de seducción tanto como a mí y nos estábamos convirtiendo en dos ludópatas sin remedio.

Salimos de allí más flotando que andando. Primero yo y minutos después ella, para no caer en el error de ser descubiertas juntas. Mis únicos objetivos antes de entrar a ese cuarto eran ser correspondida por Vicky y animarla a que siguiera rompiendo normas conmigo, así que podía darme por satisfecha por haber conquistado ambos.

Atravesé los pasillos de vuelta a maquillaje mucho más tranquila que cuando iba. Si me cruzaba con alguien, la única explicación que tenía que dar era que venía del baño. Además, para ser sinceros, ni siquiera iba pensando en eso en el recorrido hasta allí. Por mi cabeza solo pasaban algunas frases que acababa de compartir con ella y el recuerdo de su risa. Por fin había conseguido que, al menos por unos instantes, se deshiciera de tensiones y me sonriese libremente.

- ¿Vuelves ahora? – Escuché a mi espalda cuando estaba a punto de entrar por la puerta de la sala de maquillaje y peluquería. Al girarme descubrí a Adriá y a mi colaboradora. – ¿Llevas más de diez minutos en el baño? – Cuestionó mirando el reloj de su muñeca izquierda.

- Madre mía, no sabes cómo me he puesto. Me iba por la pata abajo. – Me inventé una historia bastante escatológica con el objetivo de que no quisiera escuchar más y funcionó. No hizo más preguntas y fue el primero en entrar en la habitación. Natalia me dio la mano y compartimos una sonrisa cómplice. No podía habernos salido mejor.

Obstáculos - María y Vicky.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora