Capítulo 45. La última noche.

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- ¿Tía? ¿Puedes bajar a la tierra? – Exclamó Carol con un elevado tono de voz a la par que daba un par de palmadas justo delante de mi cara, haciendo que levantara con prisa la mirada de la pantalla de mi móvil.

- ¿Qué pasa? – Pregunté aún atolondrada. Hacía rato que casi de manera involuntaria había dejado de lado la conversación con mi amiga sobre los problemas familiares de terceras personas. Por la cara que tenía supe que se había dado cuenta y que no le hacía ninguna gracia. – Perdón.

- Llevo hablando sola como cinco minutos, Mari.

- Lo siento, es que me tienen liada con temas del contrato con la discográfica y eso.

- Ya... La discográfica... - Musitó. Sin darme tiempo de reacción, atrapó mi móvil y lo alejó para que no pudiera arrebatárselo de nuevo, a pesar de mis insistentes intentos, con manotazos y protestas incluidos. – "Me siento como una puta adolescente. Necesito verte pronto." – Leyó en voz alta las palabras que le acababa de escribir a la rubia. Antes de que pudiera seguir avergonzándome con mis propios mensajes, me hice de nuevo con el dispositivo. – Joder, qué confianzas te traes con los de la discográfica. – La ironía de su frase se olía a kilómetros de distancia. Tardó menos de un segundo en reírse a carcajadas de la situación, lo mismo que mis mejillas en iluminarse.

- ¿Nunca te han dicho que no se leen conversaciones ajenas?

- ¿Y a ti que no hay que mentir a tus amigas? – Contraatacó cargada de verdad.

No podía replicar aquello, así que simplemente cogí la caña y le di un trago. Habíamos quedado tras mi jornada en el estudio para tomar algo y cenar en un bar cercano a mi casa porque hacía días que no nos veíamos. Entre su trabajo y mi vuelta a los compromisos se nos hacía difícil vernos tan a menudo pero, aún sí, teníamos contacto por teléfono casi a diario.

- Venga, cuéntamelo todo. ¿Habéis vuelto? – La joven sonreía provocativamente.

- Ahora mismo no tengo ni idea de qué somos, pero estamos increíblemente bien. – Reconocí, esforzándome porque no se me pusiera cara de imbécil. – Hace unos días nos reencontramos en el evento de Natalia y estaba realmente enfadada, pero no le faltaban motivos. No soy una persona fácil, ya lo sabes. – Una mirada de reojo en común para confirmar que las dos sabíamos a qué nos referíamos. – Pero ella insiste en quedarse y yo...

- Y tú te has pillado hasta las trancas, amiga. – Completó la frase.

- Vicky es diferente.

- Una persona como ella es lo que mejor te viene ahora, Mari. Te va a llevar por el buen camino.

- Somos totalmente diferentes.

- Ella es distinta de quien eras antes, pero no de quien eres ahora. – Su mano se posó en mi antebrazo y lo apretó con fuerza. – Has cambiado y para bien, que se te meta en la cabeza.

Aunque a veces me costaba creerlo y me esforzaba por repetirle a todo el mundo que no era así, Carolina tenía razón. Había cambiado y poco quedaba de mi pasado en quien era ahora. A veces aún tenía deslices, me equivocaba y, sobre todo, me daba miedo volver atrás, pero estaba muy lejos del recuerdo de mi que se me echaba habitualmente encima. Cuando más me daba cuenta de que existía esa transformación era cuando gente que me conocía desde hacía mucho tiempo, como Carol, me lo decía. Ellos habían visto mis dos caras y podían compararlas.

La sorpresa había llegado con Vicky. Ella tan solo había visto la sombra de mi lado más amargo y, a sabiendas de que existía algo mucho peor detrás, había decidido por su propia cuenta que no se iba a marchar. Me había impresionado que acudiera a mi estudio por sorpresa, pero más chocante aún había sido encontrarme a mi misma llorándole sobre las piernas y confesándole mis miedos más profundos.

Obstáculos - María y Vicky.Where stories live. Discover now