Capítulo 1 | Nuevas amistades.

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La cafetería es lugar sagrado para la mayoría de estudiantes de bachillerato, que pasan por aquí a tomar su ración diaria de cafeína. Es también el centro neurálgico de reuniones estudiantiles por antonomasia.

Así que a pesar de que no conozco a la mayoría de esta gente, entiendo que están en la misma situación que yo.

- Nat, nos han robado la mesa. - Me comenta Marta, señalando hacia nuestro sitio habitual, donde dos rubias están sentadas mientras mantienen una conversación.

Nos acercamos los tres, Carlos, Marta y yo hasta allí, y entonces ocurre tal vez lo más surrealista que he visto en mi vida.

- ¿Carlos Right? ¿Pero tú qué haces aquí? - Una de las rubias, que lleva el pelo largo, se levanta y corre hacia mi amigo para abrazarle, a lo que él, sorprendido, se lo devuelve.

- María, ¿qué tal? - Veo como Carlos le devuelve el saludo y después me giro a mirar a Marta, que me devuelve la mirada, supongo que tan fuera de lugar como yo.

- Chicas, esta es María. - Carlos nos la presenta a las dos y de inmediato la rubia, que no parece en absoluto vergonzosa, tira de la mano de Marta para plantarle dos besos, haciendo que la morena se sonroje, y después hace lo mismo conmigo, pero con menos vehemencia.

Entonces veo a Carlos mirar a la otra rubia, con cara de concentración, que tras unos segundo mirando a la nada, le devuelve la mirada, y parece sorprendida.

- ¿Te conozco de algo? Me suena muchísimo tu cara. - Establece mi amigo.

- Eres mi vecino, creo que vives a un par de casas en mi misma calle. - La rubia habla por primera vez y me sorprende el sonido de su voz. Es muy bonita.

- ¡No puede ser! También es mi vecino. - Grita Marta, sentándose al lado de ella. - ¿Y desde cuándo vives allí?

- Pues desde hace... - Empieza a contestar pero yo solo escucho a María a mi lado.

- ¡Sentaros con nosotras! Las amigas de Carlos son mis amigas. - Le guiña un ojo a Marta antes de sentarse frente a ella. Esta chica no es sutil en absoluto.

Carlos se sienta al lado de María, así que el único hueco libre de la mesa es el que queda entre la otra rubia y él. Estoy apunto de ocupar mi asiento, pero me doy cuenta de algo. Todavía no he tomado nada de café y siento que mi cuerpo es poseído por el agotamiento estudiantil.

- Voy a por uno doble, ¿queréis algo? - Pregunto, mirándoles.

- Pues si me traes un capuchino...- Deja caer Marta, a lo que asiento, dedicándole una pequeña sonrisa.

- Yo quiero un cortado, Nataliuca. - Carlos me tiende un billete de cinco, indicando que invita él a lo de todas.

Pienso que ya han terminado de pedirme cosas y cuando estoy a punto de darme la vuelta para ir hacia el mostrador, escucho de nuevo su voz.

- ¿Puedes traerme una galleta con chispas de chocolate? - Pregunta inocentemente la rubia.

Parece simpática, tiene una sonrisa preciosa, aunque un poco tímida. Me gusta bastante.

- Te traigo eso y lo que tú quieras, bombón. - Me sorprendo a mí misma imitando el gesto de María y guiñándole un ojo a la rubia, antes de girarme y andar hacia el mostrador.

La dependienta, Sabela, me sonríe amablemente mientras pido todo y le entrego el billete que me ha dado Carlos, más una moneda de dos euros para pagar la galleta de la rubia, a la que por cierto aún no le he preguntado el nombre.

Me traen todo en una bandeja y llevo los vasos y la galleta gigante hasta la mesa, donde la deposito para repartir todo.

- Capuchino para Marta. - Se lo entrego. - El cortado para el señor Right. - Repito el gesto. - Y una estupenda galleta para la rubia. - Me giro hacia ella para entregársela.

In Art We Trust || albaliaWhere stories live. Discover now