Capítulo 5 | Locura transitoria.

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Alba Reche me está volviendo loca.

No sé cómo me mantengo cuerda, si cada vez que la miró me entran unas ganas increíbles de olvidarme del resto del mundo y lanzarme a por ella.

Estamos sentados todos en la cafetería, como de costumbre, cuando Marta me da un codazo.

- La vas a gastar de tanto mirarla. - Dice en voz alta, cosa que no me molesta en absoluto.

- Es que si la belleza fuera tiempo, Alba sería la eternidad. - Observo como la rubia se mantiene estoica mientras María comienza a reírse como si hubiera contado el mejor chiste del mundo.

- Natalia por favor... - De nuevo, mi mejor amiga intenta pararme. Pero soy Natalia Lacunza, yo no me rindo.

Alba intenta ignorarme durante los siguientes treinta minutos y me dedico a escuchar tontear a Marta y María, y a la propia rubia hablar de lo difícil que es el curso y la complejidad de su último trabajo para la clase de Dibujo.

Podría mentir y decir que no me sienta mal que me ignore, pero lo hace. Yo, que venía dispuesta a comerme el lunes, he sido vencida por la completa apatía de Alba. A pesar de que sé que me lo merezco, por haberme puesto en una posición en la que la chica de la fiesta estaba tan cerca mía, odio que ahora la rubia esté centrada en todo menos en mí.

Por alguna razón, Alba es distinta. Cualquier otra chica pasando de mí no me habría supuesto un problema. Pero ella me tienta, me baila, me ignora, y aquí estoy, besando el suelo que pisa.

Me siento extraña y tengo la sensación de que tiene todo que ver con la pequeña artista que parlotea de técnicas pictóricas a mi lado.

Cuando el recreo acaba, me fuerzo a mí misma a dejar de mirarla y a intentar olvidar que algo estaba pasando entre nosotras, cuando está claro que ella ya no quiere tener nada que ver conmigo. Trato de asimilarlo lo mejor que puedo

Sin embargo, al día siguiente casi se me para el corazón al verla. Lleva un vestido precioso, por encima de las rodillas, que resalta toda su figura.

- Madre mía, rubia. Haberme avisado de que ibas a venir tan guapa y me traía la cámara, alguien tiene que fotografíar semejante monumento. - La rubia deja escapar una carcajada, pero apenas me mira. Al menos es un avance.

Trató de hablar con ella, pero se dirige a María en lugar de escuchar ninguna de mis palabras. Tal vez el avance no haya servido de nada.

Decido fumar en lugar de entrar con ellas a la cafetería. Alba parece tan centrada en Marta y María que no creo que note apenas que falto yo en la mesa, cosa que me entristece y me enfada a partes iguales.

¿Cómo decide alguien ignorar a otra persona de un día para otro? ¿Será que no le gusto tanto?

Me preocupa haberla avasallado con mi manera de ligar. Alba, tan buena y tan capaz de devolverme hasta la última jugarreta, está pasando de mí culo y casi creo merecerlo.

De todos modos hoy tenemos clase y todavía tengo la oportunidad de romper esa muralla que ha establecido entre nosotras. Los últimos diez minutos entro a tomarme un café rápido, tanto para animarme un poco como para confirmar si vendrá.

Alba está sentada de espaldas a mí cuando dejo el café en la mesa y me inclino, hablándole al oído.

- Rubia, ¿esta tarde vienes a casa, verdad? - Noto que la sorprende escucharme tan de repente, porque se paraliza, dejando de dar vueltas a su café con la cucharilla.

- Si, claro. Tenemos que repasar el Gótico para tu exámen. - Dice, sin girarse a mirarme.

- Estupendo. Por cierto, es criminal lo bien que te sienta el vestido. Ojalá fueras un bote de leche condensada para comerte entera y chuparme los dedos después. - Susurro en su oído, viendo como se estremece al escuchar mis palabras.

In Art We Trust || albaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora