III

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Aquel timbre incesante y agudo que no dejaba de sonar, empezaba a causarle una encefalalgia.

—¿Podrías apagar tu celular?— pregunto Frank irritado— Intento poner atención.

—Pero si tu ya sabes eso— dijo Gerard despegando su vista de su celular—.

—Si, pero tu no— dijo Frank— Deberías poner atención.

—¿Para qué?— preguntó Gerard riendo levemente— Me lo explicarás luego.

—¿En serio crees que te ayudaré?— preguntó Frank con una sonrisa burlona—.

—¿No lo harás?— preguntó Gerard un tanto desconcertado— Pero el profesor...

—El profesor no se está dando cuenta del mal incumplimiento a las normas que estás haciendo— dijo Frank— Además, si de verdad te importara, al menos harías un intento en poner atención.

—Estoy poniendo aten...

—Y no tiene caso que gaste mis palabras y mi saliva en una persona que fue obligada por sus padres a venir.

Gerard lo observó fijamente, sabiendo que aquél chico engreído e inteligente tenía razón. Lentamente empezó a guardar su celular en su bolsillo de su pantalón, y después junto ambas manos, colocándolas sobre su lado de la mesa.

Frank sonrió de lado al ver el repentino interés del chico por la clase.

Suspiró, sintiéndose en paz de que por fin aquél molesto artefacto había dejado de sonar.

Se dispuso a cambiar de hoja en su cuaderno y prestó toda su atención al pizarron, donde el maestro se encontraba anotando la nueva terminología.

Aquel timbre volvió a sonar, interrumpiendo la paz de Frank.

Volteó para fulminar con la mirada al chico que parecía ser retrasado mental –con todo respeto para esas personas–, pero de nuevo se encontraba con el celular en la mano y una boba sonrisa en su rostro.

Frank suspiró fuertemente mientras masajeaba levemente sus sienes.

💡💡💡


—¡Espantoso!— exclamó Frank mientras acomodaba su mochila sobre su hombro— ¡Fastidioso! ¡molesto!.

—Pero...

—Todas las clases se las pasó con ese maldito aparato electrónico y cuando no recibía ningún mensaje, empezaba a revisar todas sus redes sociales— explicó Frank a Bob— Como si tuviera una enferma y retrasada necesidad de ver el teléfono móvil encendido sobre su mano todo el tiempo.


—Todas las nuevas generaciones tenemos esa necesidad— dijo Bob—.


—Yo no.


—Exacto— dijo Bob asintiendo— Sería raro que aquél chico fuera como tú.

—Es mejor tener un libro en la mano que un teléfono móvil— dijo Frank—.

—Te escuchas como un anciano— dijo Bob rodando los ojos— Pero como sea, al menos sabemos que es normal.


—Al menos sé que es un maldito retrasado— dijo Frank con el ceño fruncido— No le daré clases particulares.

I.Q. [Frerard]Where stories live. Discover now