XXIII

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—Bien, Gerard... Veremos qué ocultas...

Frank suspiró ligeramente mientras volvía a acercarse al microscopio, y observaba a través de los oculares.

La pastilla que había tomado del pequeño pastillero de Gerard, se encontraba ahora hecha pedazos y sobre la platina, mientras era alumbrada por la lámpara y Frank se encargaba de obtener un mejor enfoque.

Frank se encargaba de observar atentamente cada partícula que componía la pastilla. Lograba observar con mayor detalle gracias a un microscopio especial que la escuela le proporcionaba.

—Bien... Sacarosa...— empezó a hablar Frank en voz alta— Almidón...

Frank siguió moviendo los tornillos del microscopio, intentando obtener un mejor enfoque.

—¿Metilfenidato?— preguntó Frank extrañado—.

Frank siguió observando a través del microscopio, intentando verificar si lo que observaba estaba bien, porque, no podía ser, ¿O si?

¿Por qué Gerard tomaría psicoestimulantes?

—¿Dexmedetomidina?

Frank se separó del microscopio completamente confundido, porque la verdad nada de lo que había visto le parecía algo lógico.

—Veo que otra vez vas tarde— dijo la voz de su amigo Bob entrando al laboratorio—.

—¿Cómo supiste que estaría aquí?

—Un profesor te vio entrando con unos guantes en la mano y tú bata puesta, luego yo empecé a buscarte y el profesor me dijo que te vio— dijo Bob mientras se reía levemente— Confesó que parecías un científico loco.

Frank rodó los ojos mientras suspiraba fuertemente.

Su mano derecha que manipulaba los tornillos de enfoque, bajo hacia el interruptor de la lámpara, para finalmente apagarla con otro suspiro de por medio.

—¿A qué viniste?— preguntó Frank—.

—Tengo que contarte algo— dijo Bob— Resulta que Gerard estaba demasiado inquieto cuando estábamos hablando con él, la última vez que lo vimos, ¿No?

—¿Y eso en qué me afecta a mí?— preguntó Frank tratando de parecer desinteresado—.

—Resulta que estaba así de inquieto porque logró resolver el problema que le planteó el profesor Jones

—¿El teorema de Bayes?— preguntó Frank— Es clásico para los novatos.

—Si, lo sé— dijo Bob— Nunca lo respondí, ¿Tú si?

—En dos minutos y medio— dijo Frank orgulloso de sí— Que por cierto, soy el único que lo ha podido resolver en esta escuela, aunque bueno, ahora que Gerard ya lo resolvió, somos dos. Lástima, porque de seguro se tardó mucho.

—Bueno...— empezó a decir Bob— Creo que rompieron tu récord.

—¿Que?— preguntó Frank confundido—.

—Gerard resolvió el problema en un minuto y medio, un minuto menos que tú— dijo Bob— Todos en su salón se quedaron en completo silencio porque nadie podía creerlo.

—¿En serio?— preguntó Frank igual de sorprendido—.

—El profesor dice que después de resolver el problema, sus manos temblaban y sus ojos parecían de un loco, como si de repente hubiera recibido una descarga de adrenalina...

Frank abrió su boca sorprendido, y de repente, todo en su cabeza parecía empezar a encajar, pieza por pieza, pero aún así, nada tenía sentido.

I.Q. [Frerard]Where stories live. Discover now