La última oportunidad - Veddercornell

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—Nosotros los humanos sabemos cuándo algo malo está por pasar, y aquella oscura noche de noviembre yo sabía que algo pasaría. Entonces, estaba allí con James, ambos con nuestra escopeta cargada y conejos colgando de nuestros bolsos. Lo único que iluminaba nuestro camino era esa vieja linterna de papá. Recuerdo que sentí un tirón y, al voltearme, vi unos enormes ojos rojos observándome a unos tres pies de distancia.

—John, se meo allí mismo.

—¡Tú te measte primero!

La mayoría de los O'connor estaban sentados en un gigante mesón en el jardín de la casa de playa. Los más jóvenes, a excepción de Dylan, habían ido a un parque de diversiones para pasar el rato. Ella siempre prefería pasar tiempo con su familia y escuchar sus viejas historias que ir por allí.

—¡Eran zorros! —James soltó un grito que hizo reír a todos los del mesón—. Un montón de zorros habían seguido el rastro de sangre de los conejos que llevábamos colgando en los bolsos. Casi me caí de culo cuando John disparó al cielo para espantarlos.

El reloj, que Sophie tenía en la muñeca, indicaba que ya era pasada la medianoche. Entonces Dylan se levantó del mesón e intentó pasar desapercibida por todos, para luego ir a su tienda de dormir. Compartía tienda con Ashley y Eloise, pero ambas aún no llegaban del parque. La joven casi se arrodilló para agradecerle a cualquier dios que hubiese permitido aquello, pues no había tenido un momento a solas desde el inicio del verano.

Ella se sentó con sus rodillas sobre el mentón y prendió la pequeña radio a pilas, que Ashley había llevado al viaje. Sonaba la emisora en la que pasaban canciones de los 90's. Pegó un grito tras reconocer el primer acorde de Black.

Sheets of empty canvas.

Jack pasaba por fuera de la tienda, cuando escuchó la voz de Eddie Vedder salir de ahí. Él sabía que Dylan estaba allí. Era testigo de lo raro que se habían puesto las cosas entre ambos desde que habían decidido que no podían tener una relación amorosa, aun cuando no eran familia de sangre porque, de todas formas, habían sido criados como si de una familia se tratase. Sería un tanto extraño seguir con esos encuentros en los que lo único que compartían eran besos y caricias. Se sentía prohibido y fuera de lugar, algo fuera de sus límites.

All five horizons.

Jack no se lo pensó dos veces y entró a la tienda de Dylan. Él simplemente sonrió y se recostó junto a la muchacha en el colchón inflable. El joven llevaba una musculosa blanca y pantalones cortos; Dylan pudo ver el tatuaje que él tenía en su muñeca y sintió un poco de incomodidad.

—Me hace sentir cómodo. Tener tu nombre tatuado, ya sabes, siento como si siempre estuvieses a mi lado —soltó al notar que ella se encontraba viendo su tatuaje.

—Agradezco que te lo hayas tatuado en árabe. De otra manera tu madre nos hubiese matado a ambos.

Él asintió e hizo una mueca. Ambos permanecieron en silencio hasta que la canción terminó. Escucharon un montón de risas e incluso a la guitarra de George. Estaban por apagar la radio e ir con los demás cuando la siguiente canción los sorprendió a ambos: I am a passenger.

Antología ‹‹Amores de Antaño››Where stories live. Discover now