7: Vida por vida

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"No lo tomes personal, no eres la única a la que el tiempo ha tomado de rehén, cariño, ahí es donde te equivocas"
That's where you wrong, Arctic Monkeys
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Marinette releyó detenidamente el informe que Adrien le había dado.
Recomendaba que el nuevo tratamiento de su madre debería
empezarse de inmediato, y preferiblemente en una clínica de Alemania que estaba a la vanguardia en ese tipo de terapia.

Cerró la carpeta y fue a sentarse en el sofá. Tenía el pulso acelerado y estaba tan agitada que dejó a un lado la carpeta y se quitó, una tras otra, todos los incaíbles que sujetaban el moño que se había hecho esa mañana. Soltarse el cabello la alivió un poco, pero su mente seguía siendo un hervidero de pensamientos por la enormidad de lo que Adrien estaba pidiéndole.

Alzó la vista hacia este, que estaba de pie frente a ella, esperando.

–¿Estás lista para que lo discutamos como es debido? –le preguntó.

Marinette suspiró profundamente.

–¿Por qué yo? Seguro que en tu libreta de teléfonos tienes a alguna conquista que pasara una sola noche contigo y que estaría  encantada de darte un hijo.

Adrien apretó los labios.

–Todavía no he encontrado a una sola mujer que, independientemente de lo que asegure al principio, en algún punto no empiece a fantasear con que la relación se convierta en algo más serio. Y yo no quiero una relación seria.

–Ya. Y como no quieres una relación seria, ¿te comprometiste
con Lila para casarte con ella?

Adrien ignoró su sarcasmo.

–Me comprometí con ella porque creía que funcionaría, pero ya no
lo creo así. El matrimonio no está hecho para mí. Y respecto a por
qué tú… –se encogió de hombros–. Porque tú buscas a un donante
de esperma y resulta que yo necesito un vientre de alquiler. Una simple transacción, sin complicaciones, a la que te comprometerás al firmar el acuerdo que mis abogados han redactado.

Marinette sintió una punzada en el pecho.

–No voy a entregarte a mi bebé como si nada cuando nazca.

Adrien se quedó muy quieto, y fue entonces cuando ella se dio cuenta de lo que había dicho.

–¿Significa eso que estarías dispuesta a darme un hijo? –inquirió él al cabo de un rato, con la voz extrañamente ronca.

Ella exhaló temblorosa.

–Yo… no… Aún no he dicho nada.

–La respuesta es muy simple: sí o no.

–Ya, ¡pues me gustaría que me dieras al menos cinco minutos para pensármelo!

–Como quieras –respondió Adrien, yendo hacia su escritorio–. Mientras lo piensas llamaré a la cocina para que nos traigan algo de comer.

Ella soltó una risa áspera.

–Unos canapés no harán que me resulte más fácil decidir.

–Ni tampoco que estés sin comer ni beber. Estás mucho más
delgada que la última vez que te vi.

–Será porque no la he pasado bien en los últimos meses.

–Pues tenemos que ponerle remedio –replicó él.

–Estupendo; engórdame antes de sacrificarme –masculló ella entre
dientes.

Adrien ya había descolgado el teléfono y estaba dando
instrucciones a alguien del servicio. Cuando colgó, volvió a plantarse de pie frente a ella un buen rato con los brazos cruzados antes de sentarse a su lado.

Dos Veces tú (A MLB A.U. Story)Where stories live. Discover now