11: Te estoy amando tanto

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"¿Cómo pude acabar así? Hay algo que me picó en la manera en que me besaste, algo en tus ojos podría decirme que sería la última vez, yo solo quiero, quiero hechizarte en la luz de la luna"
Dance macabre, Ghost.
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Al salir del cuarto de baño se encontró a Adrien paseándose en
círculos por el dormitorio. Cuando la oyó, se giró de inmediato.
Marinette, que se sentía como si de pronto la hubieran abandonado las fuerzas, se apoyó en el marco de la puerta y levantó la prueba de embarazo en sus manos.

–Estoy… estoy embarazada.

El rubio se quedó mirándola aturdido. Al ver que no decía nada, ella se pasó la lengua por los labios, nerviosa, y le preguntó:

–Adrien, ¿has oído lo que…?

–Sí, lo he oído –respondió él con voz ronca.

–¿Y? –inquirió ella, con una mezcla de alegría, esperanza y temor.

Adrien salió de su aturdimiento y en un par de zancadas estaba a
su lado. Tomó su rostro entre ambas manos y la miró con una
expresión de firme determinación.

–Esta vez las cosas serán distintas –le prometió–. Esta vez todo
saldrá bien.

Marinette, que necesitaba precisamente oír eso, aferrarse a algo, inspiró profundamente y asintió.

-Sí, saldrá bien -repitió sin dejar de pensar que no volvería a tocarlo de nuevo.

Una semana después Adrien entró en su luminoso estudio, y se
detuvo. Se sentía maravillosamente bien.
Padre… Iba a ser padre… No era que la tristeza y la angustia que lo habían perseguido desde entonces se hubiesen desvanecido de repente, pero por primera vez no se sentía presa de una desesperanza absoluta.

Miró a su alrededor, paseando la mirada por las obras inacabadas
que atestiguaban su turbulento estado mental. Las piezas que le
había prometido a varias galerías para próximas exposiciones
yacían abandonadas: enormes pedazos de metal, piedra y mármol cubiertos con tela negra.
Ignorándolas, fue hasta el fondo del estudio, donde había varios
bloques de piedra y mármol sin tallar, dispuestos en hilera sobre
unos soportes con ruedas. Se decidió por un bloque de mármol de Carrara y lo empujó hasta el centro del estudio. Se quitó la
camiseta, tomó sus herramientas de trabajo y empezó a esculpir.

Tres horas después la idea que había esbozado en su mente
había empezado a tomar forma. Y, lo más inquietante, también
estaba tomando forma la idea de que tal vez debería cambiar los
parámetros del acuerdo al que había llegado con Marinette.

Sopesó mentalmente los pros y los contras mientras golpeaba el
mármol con el martillo y el cincel.

En más de un sentido era un
camino que no quería volver a recorrer, pero no podía pensar solo en él. Y el bebé que estaba en camino pesaba más que cualquier
contra.

Para Marinette, las primeras seis semanas del embarazo pasaron en
medio de una mezcla vertiginosa de pura dicha, esperanza y
momentos inevitables de temor. Adrien, por su parte, estaba
pendiente todo el tiempo de su bienestar. Igual que se había
afanado en dejarla embarazada, ahora había asumido el rol de
inflexible cuidador, nunca se alejaba demasiado mientras estaba despierta, y le recitaba estadísticas tranquilizadoras cuando la preocupación amenazaba con apoderarse de ella.

Dos Veces tú (A MLB A.U. Story)Where stories live. Discover now