#18: Borremos la tristeza

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Quería morir de la vergüenza. ¿Cómo explicarme? Me sentía humillado, patético, estúpido, tonto, inepto, ingenuo. Además llegaría tarde a clase y todo por culpa de haberlo esperado.

SiWon nunca se presentó a nuestro almuerzo, ni si quiera se dignó a hacerse presente en la cafetería. Supongo que, quizás, sólo había jugado conmigo al proponerme lo del almuerzo. Sin embargo, parecía ser un chico tan sincero, agradable y simpático, que era difícil pensar cosas malas sobre él.

Cuánto odiaba algunas veces amar tanto a ese chico.

La campana llamó mi atención. El profesor había llegado y yo seguía caminando como zombie con la esperanza de llegar a mi siguiente clase. Oh, maldición, ¿de qué me servía ir a clase? ¿Para ver a todos mis compañeros? ¿Para que mi historial no quedara manchado por una bobería como hacer la comarca interna? ¿Para anotar lo que probablemente pasarían de materia en esas horas de clase? ¿Para no reprobar incontables veces y graduarme antes de los ochenta años?

Pensándolo bien, debía apresurarme para alcanzar a entrar al salón.

Al entrar a la sala noté que el profesor no llegaba aún y que la mayoría de mis compañeros estaban charlando entretenidos, cada uno con su respectivo grupo de amistades. Oh, genial, yo ni si quiera tenía amigos en esta clase.

Simplemente magnífico.

No conocía a nadie.

El profesor no llegaba aún.

Me sentía excluído olímpicamente, cómo siempre.

Y graduarme a los ochenta años ahora no parecía tan mala idea.

Me senté en mi respectivo lugar y esperé a que llegara el profesor, entre maldiciones que le mandaba psíquicamente a SiWon por haber roto mis ilusiones al no haberme acompañado en almuerzo cómo me lo había prometido. Estaba enojado y un poco triste. Tal vez no tanto. Pero igual un poco.

Ah, y volvemos con la bipolaridad.

—Buenas tardes, alumnos— dijo el profesor entrando al aula.

Ya quería que nos hiciera escribir y hacer tarea, al menos que nos entregara suficiente trabajo como para distraerme de haber sido plantado por SiWon en la cafetería de la escuela.

Aquello me había marcado más que nada, y es que le había dado la oportunidad de entrar a mi burbuja, en la cual nadie podía hacerme daño. Y ahora él, al tener acceso a mi parte más vulnerable, me hacía daño. Esto cada vez me deprime más.

***

Llegué a casa, lancé mi mochila en el sofá del salón de estar y me adentré a la cocina para beber un poco de agua.

Supongo que el hecho de que SiWon me haya dejado ahí, tirado en la cafetería, solo, sin cumplir su promesa, y provocando que me volviera jodidamente depresivo por todo lo que quedaba del día, no había sido tan terrible.

Él tenía su vida, yo tenía la mía, y... todavía no podía comprender por qué me había invitado a almorzar con él.

Y menos podía entender por qué me había dejado plantado.

Quizás le estaba dando mucha importancia al asunto.

—Hola, ñoño— me saludó "agradable" como "siempre" NamJoon entrando a la cocina.

—Hola, ofensa para la raza humana— lo saludé mientras le daba otro sorbo a mi agua.

—¿Ahora cambiaste mi nombre?— preguntó él escuchándose ofendido mientras buscaba algo en el refrigerador.

viviendo con el nerd (VCEN1) •• nj.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora