5. En busca del diario

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C A P Í T U L O  5

«Esos que parecen decir la verdad son los más mentirosos»

...


Así fue como perdí mi preciado diario.

O, mejor dicho, así fue como me lo robaron. Como él me lo robó.

Es terrible lo sé, pero como dice la biblia:

"Y vendrán cosas peores"

...


Día 1 después de la desaparición del diario.

Martes 7:40 am.

Por fin llegamos al punto en la historia en el que el diario desapareció.

Sé que no debo acusar a nadie sin pruebas, pero vamos, estoy segura de que fue Reed.

Ya había intentado robarlo una vez y después de que lo vio por segunda vez, empezó a actuar extraño.

Lo que se me ocurre es que Reed fingió no haber visto nada cuando abrió el diario, pero sí lo hizo y eso despertó aún más su curiosidad. Entonces, cuando estuve distraída lamentándome en silencio, sacó el diario de mi mochila y se lo llevó. Además, al terminar la clase no pasó ni un segundo de que sonó la campana para que saliera disparado del salón. ¡Tal vez se fue muy ansioso por leer cada página del diario!

Solté un suspiro y fijé mi mirada en la entrada de Eistlen. Todavía era temprano, pero ya casi no había estudiantes al rededor y los pocos que quedaban pronto se dirigirían a sus clases.

Cualquiera que me viera, podría darse cuenta de que mi habitual expresión de "odio a todo el mundo" había cambiado ligeramente y ahora era de "odio a todo el mundo y tengo miedo".

Pero fue sustituida por una mueca de confusión cuando, en mi corta caminata ansiosa de un lado al otro, alguien se atravesó en mi camino, cortándome el paso bruscamente. Levanté la mirada entre molesta y desconcertada porque aquella persona no se movió un solo centímetro, y me encontré con unos ojos azules y una mata de cabello rubio desordenado. Era Nathan.

Me observó por un segundo sin decir una sola palabra. No parecía contento, pero siguió parado en el mismo lugar sin quitarme la vista de encima. Raro.

—¿Qué pasa? —inquirió una voz detrás de él—. No es momento para que te quedes pensando en quién sabe qué mientras miras el vacío.

Chase se asomó por un lado y sus ojos cayeron en mí.

—Oh.

—¿Qué les pasa a los dos ahora? —cuestionó esta vez una voz femenina, era Emillie sin duda—. Todavía podemos llegar temprano si corremos. ¿Hola? Tierra llamando a Nathan y Chas...

Emillie se detuvo al lado de ambos, levantó la mirada del celular y por fin se dio cuenta de mi presencia.

—Ah, hola, Any —saludó.

—Hola —se me escapó, tal vez por la incomodidad de los tres pares de ojos sobre mí.

—¿Cómo estás? —preguntó por cortesía.

Que te importa.

—Terrible —respondí.

—Vaya, tienes unas ojeras impresionantes —soltó Chase, inclinándose ligeramente hacia mi rostro—. ¿Si quiera duermes?

El diario de la muerte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora