11. Persiguiendo a Reed

4.5K 746 496
                                    


...

C A P Í T U L O  11

«Y así, el perseguidor resultó perseguido y atrapado»

...


—Tiene que ser una broma.

Fue lo que dije cuando estuve a punto de perder el rastro de Reed en el camino por cuarta vez en la semana.

Estuve un poco ausente, así que te recordaré mis últimas palabras: Voy a seguirlo hasta que cometa el siguiente crimen y entonces... Todos mis deseos de venganza reprimidos caerán sobre él.

Umhmm, sí. Cuando dije eso pensé que sería sencillo, pero perseguir a Reed resultó ser muy difícil y, después de todos estos días, ni siquiera sé dónde vive.

Eistlen estaba ubicado en las afueras de Ellenville Rain, pero a una distancia razonable del centro, donde estaban las mayoría de las casas. La mayoría de los estudiantes se trasladaba caminando, pero Reed camina como si tuviera un cohete en el culo. De alguna manera, logró escapar de mi toda la semana: El lunes decidí no perseguirlo para que no sospechara. Está bien, cuando quise ir a alcanzarlo, ya no estaba; el martes caminó tan rápido que lo perdí de nuevo; el miércoles sucedió lo mismo.

Y hoy siento que estoy a punto de perderlo otra vez.

No aparté la mirada de él en ningún momento hasta que sentí una fría gota de agua de caer en mi mejilla, luego otra en mi cabeza y en un instante miles más por todos lados.

Fantástico, lluvia.

¿Desapareces por una semana y vuelves en este preciso momento?

Me quité la mochila con prisa y la llevé hacia el frente. Solo aparté la mirada un segundo para buscar mi paraguas, pero eso fue suficiente para que Reed desapareciera porque cuando volví a subir la mirada, él ya no estaba allí.

Corrí pensando que lo encontraría doblando la esquina, pero no había nadie.

Genial.

¿Y ahora? ¿Dónde está? Pues ni idea. Como si fuera una especie de ser sobrenatural, desapareció otra vez.

Suspiré resignada y tomé el paraguas con mi mano dispuesta a volver tras mis pasos, pero antes de que pudiera sacarlo de mi mochila, las gotas de lluvia dejaron de golpear mi cabeza. Levanté la mirada confusa y me encontré con una mochila. Alguien me estaba cubriendo.

—Sabes, Ana —escuché su voz como un susurro a mi espalda y abrí los ojos como platos—. Me pregunté todo el camino por qué podrías estar siguiéndome. Y todavía no lo entiendo.

Ay mierda.

#SeMeQuiso

Volteé con rapidez y me encontré con el rostro impasible de Reed.

—Pero ¿qué? ¿cómo? —fruncí el ceño—. Tú estabas... —hice una seña hacia atrás mucho más confundida que él.

Entonces maldije internamente porque acababa de delatarme yo solita. Igual creo que era bastante notorio que lo estaba siguiendo.

Reed pareció aguantar la risa.

—Me oculté detrás de estos arbustos —explicó señalando unos arbustos al lado de nosotros y levantó las cejas con interés—. Entonces, ¿Por qué me sigues? Dejaste en claro que no te interesa ser mi amiga, ni mi novia, ni nada. Rompiste un poco mi corazón.

El diario de la muerte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora