Capítulo 30

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Entre ellos, Snape y McGonagall levantaron suficiente alboroto sobre la seguridad de la Piedra que Dumbledore les sugirió que probaran las defensas ellos mismos. No le habían contado lo que los niños descubrieron, pero dijeron lo suficiente para que el director no desechara sus preocupaciones sin garantías concretas.

—Vayan este viernes por la noche si lo desean. Veré que todo esté en su lugar—.

—Todo ya debería estar en su lugar—Recalco Minerva.

Dumbledore sonrió ligeramente—Todo estará listo cuando sea necesario. Creo que sus mentes estarán tranquilas al ver lo bien que está siendo protegida la Piedra contra quienes quieren robarla para sí mismos—.

 Creo que sus mentes estarán tranquilas al ver lo bien que está siendo protegida la Piedra contra quienes quieren robarla para sí mismos—

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—El Cerbero debe estar tras esta puerta—Especulo Minerva. Ella busco con cuidado en su bolsillo un pequeño objeto.

—Mientras no me pidas que cante—Gruñó Snape.

—Pero Severus—Protesto Minerva, con brillo en sus ojos—¡Tú tienes una voz adorable! Nunca olvidaré esa navidad cuando Albus, Elphias Doge y tú nos entonaron ese precioso Villancico Invernal—.

—No he vuelto a beber media botella de whisky de fuego de una sola vez desde entonces, así que no cantaré—Snape dijo seriamente—Si ese es tu plan, entonces puedes...—.

—¡Shhh! —Ella lo hizo callar.

Abrió la puerta ligeramente y arrojó una cajita cuadrada con un encantamiento. El cubo brillante giro rápidamente, seis pies sobre el piso. Hubo un gruñido, y el ruido de las cadenas cuando la bestia se abalanzó.

Con una leve sonrisa, Minerva apuntó a una esquina y murmuró—¡Engorgio! ¡Harmonia mysteria! —.

Snape se sobresaltó al sentir un sonido alto y aflautado como de un instrumento musical. La apertura se repitió, bajando, octava por octava, al registro más bajo, y luego comenzó a subir a un masivo arpegio, encima, otros acordes se entremezclaron. El Cerberus se estremeció, todos sus ojos se abrieron. Una pausa, la melodía cambió y evolucionó.

Snape miró desde la puerta. Un gran órgano se había instalado en un rincón de la habitación. El Cerbero estaba paralizado por los sonidos, de pie, rígido con fascinación. Snape miró a Minerva, que asentía con satisfacción. El órgano siguió tocando, y gradualmente el Cerbero se hundió en un baboso sueño.

—¿Tocata y Fuga en d menor? —Preguntó Snape—¿Eso no es un poco excesivo? —.

—Si uno va a hacer algo...—.

—¡Oh, por favor! —.

Snape pasó a un lado de la masiva forma, retorciendo la nariz ante el olor del aliento de la bestia. Minerva parecía bastante cómoda al entrar, levantó la trampilla con un movimiento de su varita. Miro hacia abajo, frunciendo las cejas en concentración. Snape miró por sobre sus hombros. La oscuridad se abría a sus pies. No había peldaños o escaleras. Ni siquiera se notaba dónde podía estar el fondo. Minerva miro alrededor y convocó un puñado de paja. Con un susurro, una etérea escalera de caracol se ensambló a sí misma.

The Best Revenge - Arsinoe De BlassenvilleWhere stories live. Discover now