Un té en el bosque

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Un completo silencio inundaba al bosque Soñoliento en aquella noche de luna llena, de vez en cuando este silencio se veía interrumpido por los vientos del norte que provocaban un concierto junto a las ramas y hojas de los cientos y cientos de árboles

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Un completo silencio inundaba al bosque Soñoliento en aquella noche de luna llena, de vez en cuando este silencio se veía interrumpido por los vientos del norte que provocaban un concierto junto a las ramas y hojas de los cientos y cientos de árboles. Aquel era el bosque más grande e importante dentro del reino de Vernam, ya que ofrecía una gran cantidad y variedad de recursos muy valiosos. También, existían varios caminos que conducían a varios pueblos aledaños, como al pueblo de Luno o el pueblo portuario Grisleo, lamentablemente el bosque Soñoliento era utilizado también por bandidos y personas con muy malas intenciones, con lo cuál se fueron creando historias de todo tipo, principalmente de terror, a través de los años. Era muy común escuchar a las madres amenazar a sus pequeños hijos con que los iban a abandonar en lo profundo del bosque si seguía comportándose de mala manera que, si no obedecía, el monstruo del bosque se lo comería y aquello era suficiente para que los pequeñines tomaran compostura en el acto.

El silencio del bosque se veía nuevamente interrumpido por los vientos y su afición de manosear a los árboles, pero en el bosque se comenzó a escuchar un ruido bastante diferente, cada vez más y más cercano. Claro, aquel ruido no podía ser otra cosa más que de un caballo que se acercaba a toda velocidad, poco a poco la imagen se fue agrandando y esclareciendo, por fin se podía divisar más detalles de lo que avecinaba, efectivamente era un caballo, uno de color blanco como la nieve, pero este no venía solo, venía junto a su jinete. Se trataba de una joven doncella de rostro muy hermoso, con sus cabellos tan largos que cubría sus piernas, las cuales apretaba fuertemente para no caer del animal y sin previo aviso, el caballo se asustó por alguna razón desconocida y se detuvo bruscamente, haciendo que la doncella saliera lanzada por sobre la cabeza del animal y cayera de espaldas al suelo, el caballo simplemente dio media vuelta y regresó muy asustado por donde vino. La pobre doncella apenas y pudo sentarse, muy adolorida por el gran golpe que se había llevado, para su fortuna fue solo eso, un gran golpe. La cabeza la estaba matando, al aparecer era la que había llevado la peor parte, inmediatamente se quitó sus largos cabellos que tenía sobre su rostro y pudo verse, efectivamente, un hermoso rostro adornado por lágrimas que no cesaban. Esta doncella no era una cualquiera, su nombre era Julieth Maranvef, si, ella era la primogénita del rey de Vernam, en otras palabras, era la princesa del reino y estaba huyendo del destino que su padre le había impuesto, una vida la cual ella desconocía por completo, pues no era para nada congruente al deseo de su corazón.

En aquellas tierras era muy común la practica de arreglar matrimonios, si tenías una hija hermosa podías lograr conexiones importantes, incluso para simples plebeyos era una posibilidad de mejorar, aunque sea un poco y para los grandes nobles consistía en la posibilidad de cerrar acuerdos, obtener beneficios económicos o incluso sociales y para el rey de Vernam consistía en estrechar lazos con el reino vecino de Sanfae, el príncipe Nardon Pride estaba más que listo para tomar el trono, pero necesitaba de una reina para que gobernara a su lado y la hermosa Julieth había sido la escogida, más ella se negaba rotundamente, desde pequeña siempre se había caracterizado por ser un alma fuerte y astuta, siempre quería estar en los campos de entrenamiento para ver a los caballeros practicar y tanto había sido su insistencia hacia su padre para aprender a usar la espada que a este no le quedó más que asignarle un tutor, pronto se volvió diestra no solo con la espada, sino también con el arco, el cual era su fuerte. Ella simplemente soñaba con recorrer el mundo, con conocer personas y tener aventuras, pero su padre nunca tuvo esa intención. El rey pensó que todo aquel comportamiento llegaría a desaparecer cuando se convirtiera en toda una señorita, pero con ahora 16 años solo sentía aun más fuerte la convicción de realizar sus sueños, la cual la empujó a cometer tal acto de huir de casa. Cuando tomó la decisión de huir del castillo, lo hizo impulsada por sentimientos de ira, decepción y frustración, así que no premeditó nada, simplemente huyó sobre el primer caballo que encontró en los establos y con apenas lo que llevaba puesto.

Crónicas de VernamWhere stories live. Discover now