Vernam Maranvef

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El reino de Vernam había surgido de la nada, levantado por hombres valientes en busca de un futuro mejor, pero guiados por su rey Vernam Maranvef

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El reino de Vernam había surgido de la nada, levantado por hombres valientes en busca de un futuro mejor, pero guiados por su rey Vernam Maranvef. El pueblo amaba a su rey y por esa razón estuvieron complacidos en nombrar al reino en su nombre. Hacía 30 años que había dado inicio la historia de este reino, un gran éxodo fue el comienzo de todo, donde miles de personas añoraban un futuro. En aquel entonces fueron guiados por un hombre llamado Lucius Ringback, pero murió junto con muchas otras personas. Hubo muchas causas de muerte durante el éxodo masivo, enfermedades, disputas entre las mismas personas, bestias salvajes y muchas desapariciones. Aquel grupo tan numeroso que se había reducido considerablemente había sido expulsado de su tierra natal y desterrados a morir en estas nuevas y salvajes tierras, pero el gran liderazgo que mostró Vernam Maranvef luego de la muerte de Lucius, permitió la supervivencia del grupo. Al cabo de un año exacto pudieron llegar a una costa donde se asentaron y comenzaron a dar forma a un sueño, a un hogar. Aquel sueño se convertiría muchos años después en uno de los reinos más poderosos de la región, con una visión que solo la familia real Maranvef podía ofrecer.

El rey Vernam se encontraba sentado en su trono, pronto comenzaría el día y parecía que algo le inquietaba, movía constantemente su pie de arriba abajo y mordía su uña de su pulgar derecho. Estaba esperando un mensaje importante porque al momento de abrirse las puertas del salón real sus ojos se iluminaron. Frente a él venía entrando un hombre alto y robusto cubierto por una capa de pies a cabeza y en su mano un rollo de pergamino.

—Pasa muchacho—dijo el rey.

—Gracias mi señor—he hizo entrega del pergamino.

—Gracias Sir Argam. Ahora necesito que mandes a llamar a mi hijo de inmediato.

—Si señor—y el hombre salió del salón a cumplir con su nueva orden.

Vernam se quedó sentado en su trono con su corona ladeada hacia la derecha y contemplando entre sus manos el pergamino enrollado el cual estaba sujeto por lo que parecía ser una raíz. Sus ojos denotaban gran preocupación, pero a la vez tenía ese brillo como cuando se toma una decisión y la cual debe cumplirse a como de lugar. Vernam era un hombre alto y en forma para sus 50 años, perfectamente podría batirse en duelo con cualquier joven caballero. Su cabello era negro y una gran barba enmarcaba su rostro feroz, pero bondadoso. El silencio del salón real fue roto cuando las grandes puertas se abrieron y la figura de su hijo Novam entró, al igual que su padre era alto y con un cuerpo fornido, tenía una larga cabellera negra, pero sus ojos eran verdes como los de su abuela paterna.

—Padre ¿Qué sucede? —preguntó angustiado mientras las puertas se cerraban a su espalda por el caballero de confianza de su padre Mark Argam.

—Acércate Novam, debemos hablar—hizo una pausa como tratando de contemplar a su hijo mientras caminaba hacia él—ha llegado el día.

—¿De qué hablas padre? ¿Qué día? —Vernam se puso de pie y bajó los escalones, para tomar asiento en los primeros e invitó a su hijo a sentarse a su lado.

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