Hacia el Oeste

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Era el año 517 en el reino de Vernam y la reciente creación de embarcaciones mucho más grandes y con diseño de velas novedosos que triplicaban la velocidad de sus antecesores, había iniciado una nueva era de exploración

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Era el año 517 en el reino de Vernam y la reciente creación de embarcaciones mucho más grandes y con diseño de velas novedosos que triplicaban la velocidad de sus antecesores, había iniciado una nueva era de exploración. El rey quería expandir su reinado más allá de sus fronteras terrestres, en esta ocasión había ordenado una exploración hacia el oeste, mucho más allá de las islas Cronicam donde el sol se oculta para dar paso a la noche gobernada por la plateada luna. Este viaje con tonada de conquista sería llevado a cabo por tres grandes naves, las más grandes jamás construidas, con capacidad para una tripulación de 300 hombres cada una. Los grandes navíos recibían el nombre de Spero, Animo e Ita. El puerto Minoratio, el más grande los reinos de los hombres, se encontraba repleto de personas expectantes por la partida de las tres naves reales. Hombres se despedían de sus familias y comenzaban su asenso hacia la cubierta, todo parecía estar listo para zarpar y con una gran ovación por parte de los Verneanos se izaron las velas y dieron paso a la fuerza del viento para dejar atrás su amado reino, con la promesa de volver con gran riqueza y aires de conquistadores, con el sol comenzando a calentar el Spero, el Animo y el Ita se fusionaron con el mar y el cielo, siendo el horizonte la causa de ello.

Cada navío contaba con numerosos camarotes, un gran comedor, salón de reuniones, la sala de navegación y una vasta cocina con todo lo necesario para alimentar a 300 hombres, el equipo de cocina estaba compuesto por 20 personas. Dentro del Spero se encontraba un joven de apenas 16 años que se había embarcado en esta gran misión, puesto que en tierra no tenía un gran futuro por delante y vio como una gran oportunidad ser parte de esta hazaña de conquista, su nombre era Sequi Rodherton, proveniente de un pequeño poblado llamado Luno. Sequi se había ganado la confianza de sus compañeros en los 50 días de viaje que llevaban, su confiabilidad y su gran trabajo hablaban por él, no importaba cual fuese la encomienda, Sequi la tendría hecha en un santiamén. Pronto el cocinero a cargo lo tomó como su pupilo para iniciarlo en las artes culinarias.

El Spero era el navío guía, su capitán Relmer Vastago era un hombre experimentado que había liderado muchas misiones hacia el sur donde había descubierto la isla de Alboría, hacía ya 20 años atrás. Este hombre de rostro severo y una gran barba rojiza con matices plateados tenía la plena certeza de sumar más fama a su nombre. Dentro de aproximadamente 40 días estarían llegando a las islas Cronicam, el territorio Verneano ocupado más lejos. Descenderían por provisiones y luego continuarían su camino hacia el oeste.

-¡Oye chico! -gritó el capitán.

-Si señor. -contestó un hombre de contextura delgada, tez negra y cabello trenzado que le colgaba hasta su cintura.

-Revisa la ruta nuevamente y cuando estés seguro avísame, estaré cagando-dijo el capitán riendo mientras cerraba la puerta tras él.

Chuck Melerg era el nombre del joven a quién el capitán le había dado la orden de verificar si la ruta era la correcta. Chuck sacó un pequeño artefacto en forma de cruceta que tenía la función de medir la altura de los astros con el horizonte, esto junto a otras medidas con otro par de instrumentos, permitía a Chuck calcular la ruta. Él había sido acogido por el capitán hacía ya 10 años cuando apenas era un niño de 11. En una ocasión cuando el capitán Vastago se encontraba en una ruta comercial encontró a Chuck en una isla perteneciente al reino de Lunceps, un niño harapiento viviendo de la basura y con apenas carne adherida a sus huesos. Ahora ese niño se había convertido en un hombre y estaba siendo preparado para ser un gran navegante, lo cual le resultaba muy fácil todo lo relacionado a la navegación, parecía tener una habilidad nata para el trabajo. Luego de unos pocos minutos Chuck pudo verificar que aun seguían la ruta correcta.

Crónicas de VernamWhere stories live. Discover now