El Cazador

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—¡Vamos muchacho, date prisa! —exclamó Morur.

—Si señor, a la orden señor.

La situación era apremiante, no podían perder mucho tiempo. El desdichado pueblo costero de Rocksea estaba sumido en el horror tras los ataques de los hombres-bestia, criaturas que poseían una dualidad metamórfica, a su voluntad podían aparentar ser simples humanos, aunque ocultaban su verdadera naturaleza, monstruosas apariencias de animales como lobos, felinos, osos y demás, pero bípedos y de grandes proporciones que fácilmente superaban a los humanos.

Mories Tadeus, un antiguo compañero cazador de Morur le había enviado una Celeria con un mensaje escrito atado a su pata, donde le solicitaba su ayuda inmediata pues la situación lo superaba en sobremanera. Morur era un famoso cazador de hombres-bestia, muchos aseguraban que se trataba del mejor de todos los tiempos, su habilidad para dar final a estas abominables criaturas era excepcionalmente efectiva, incluso entre las mismas criaturas el nombre de Morur era conocido.

—¿Todo listo muchacho? —preguntó Morur.

—Si señor, todo cuanto me pidió.

—Perfecto, ahora a toda marcha—decía mientras azotaba las riendas de su caballo—no te quedes rezagado muchacho, controla al animal y no él a ti.

—No señor, gracias señor. —decía mientras su caballo parecía algo inquieto.

Así ambos cabalgaron lo más aprisa posible, para acortar el tiempo entre Vernam y Rocksea, un viaje que demoraría como mínimo 10 días, pero que planeaban realizarlo en 7. En los últimos 3 meses el poblado costero de Rocksea había sido víctima de 3 ataques, dos mujeres y un pescador habían sido los desafortunados. Aquella forma de atacar era poco común entre los hombres-bestia, pues acostumbraban a realizar uno o dos ataques por poblado y siempre dejando un espacio prudencial entre los mismos. Además, según lo detallado en el mensaje de Mories, el hombre-bestia había dejado restos de sus victimas y aquello era totalmente lo contrario a su forma de cazar, pues acostumbraban a alejar a sus presas del sitio de caza. Morur estaba consciente de que aquel panorama era algo nuevo en sus largos años de experiencia como cazador y una sola idea le rebotaba en su mente, aquel hombre-bestia quería ser cazado. Esta situación presentaba ante los ojos de Morur una presa exquisita, era un desafío directo para el cazador y algo nunca antes vivido por él, sabía que sus días de jubilación se encontraban a la vuelta de la esquina y este caso representó para él la culminación de su vida como cazador del reino.

–Señor ¿tiene alguna idea de que tipo sea el hombre-bestia al que enfrentaremos? —preguntó el muchacho mientras ambos acuclillados a la orilla de un arroyo bebían y recogían agua.

Morur lo miró a los ojos mientras sorbía agua de sus manos y luego sonrió—repasemos la información muchacho—dijo Morur con tono cansino.

—El señor Mories indica que el hombre bestia atacó a dos mujeres y un pescador, las tres victimas dentro de su vivienda. Las familias de las víctimas indican que fueron atacados durante la noche y no escucharon ningún ruido, fue hasta la mañana siguiente que descubrieron restos de los cuerpos—terminó diciendo casi sin aliento.

—Muy bien niño ¿qué podemos alegar a partir de tal información? —preguntó Morur mientras se sentaba contra un gran árbol.

—Bueno, no se trata de hombres-felinos o hombres-caninos, pues a estos les gusta cazar a su presa mientras está en movimiento. Tampoco de un hombre-ave pues estos cazan en espacios abiertos y si hablamos de algún otro hombre-bestia pues tampoco encajaría, pues ninguno, sin importar su clase, devora a su presa en el lugar de caza o deja resto alguno.

—Correcto, correcto...dime muchacho ¿Qué diferencia existe entre ellos y nosotros? —preguntó Morur a través de un gran bostezo.

—Nosotros los humanos pensamos y tenemos control sobre nuestros instintos, los hombres-bestia tienen la capacidad de razonar, pero sus instintos toman control sobre ese raciocinio.

Crónicas de VernamWhere stories live. Discover now