Milana
Junté todas las cosas cuando sonó el timbre indicándonos que era el descanso, intente hacerlo rápido ya que tenía que ir a la cafetería a comprar el bocadillo y sabía que si tardaba se iba a llenar e iba a ser imposible pasar por todo el tumulto de gente.
Me cargué la mochila en un hombro y empecé a caminar a paso apurado pero un mano me detuvo haciendo que me giré para mirarlo, Mateo.
—¿Pode...
—¿Que mierda querés?—espeté—Tengo prisa y no estoy para perder el tiempo con vos.
Se me quedó mirando con una ceja alzada detenidamente, centré el contacto visual con el y después lo lleve a su agarre, del cual no tardé en zafarme.
—Sí querés hablar, habla y no me quedes mirando como un pelotudo—aporté ya que el seguía mirándome.
—¿Por qué me tratas así?—cuestionó después de unos segundos de silencio—Nunca te hice na...
—Me caes mal, cortita y al pie—interviné—¿Algo más?
—Mila...
—Chau—acabé y lo esquive para salir del aula.
Apure el paso por no decir que casi corrí para ir hasta la cafetería, necesitaba comprarme el bocadillo de lomo urgente. Entré en el local y al principio de toda la cola pude ver a Lucía, la cual no faltaba mucho que la atendieran.
—¡Lu!—llamé, se dio la vuelta y me miró—Tomá, uno de lomo.
Mí amiga se acercó un poco y agarró el dinero, con un poco de estrés pude salir de la cafetería y esperarla en la entrada para que me diera mí bocadillo allí.
Alrededor de cinco minutos después apareció la morocha con mí desayunó, me acerque a ella para darle un beso y agarre el bocadillo.
—¿Por qué tardaste tanto?—pregunto mí compañera dándole un bocado a su tostado—Siempre sos de las primeras en ir.
—Me encontré con Mateo y bue—expliqué abriendo la botellita de agua para darle un sorbo.
—¿Lo puteaste?—me miró y me encogí de hombros—Sos muy mala con el Mila, es el chabón más lindo de cuarto y te da bola y vos un poco más y le encajas una piña.
—No empecés Lucía—declaré y apure el paso para no escucharla.
Siempre era lo mismo, últimamente nuestros temas de conversación se basaban nada más y nada menos, que en el morocho, lo cual había hecho que me cayera más mal todavía.
Al verlo en la entrada de la cancha, suspire y conte hasta diez porque sabía que me iba a soltar algo y después de hacerme perder el tiempo tenía todas las papeletas para darle un bife.
Sentí como me agarró del brazo y me tironeó un poco para que me quedase enfrente de el, sonrió un poco y yo molesta me zafé de su agarre.
—Qué—escupí con enojo, se mordió los labios para reprimir una sonrisa, enojandome más.
—So—rió y como vio que no me hizo gracia, agregó:—Mentira Mila, solo te quería decir una cosa...
Vacíe mis pulmones y me agarré el puente de la nariz, le daba mil vueltas a las cosas y a mi me gustaba la gente directa, que fuera al grano pero sabía que él lo hacía a propósito para hacerme enojar, ya que no tenía nada de paciencia.
—Estás muy linda hoy—habló, le saqué el dedo del medio y empecé a caminar;—¡Mila!
Me giré para mirarlo con mí mejor cara de orto mientras lo veía reírse.
—¡Esa calza te hace un re orto!
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me hace acordar mucho a la faceta pajera de valen.
hablando de el, tengo una nueva historia dedicada para yle, se llama opuestos 💗
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